El caballo que pintó el arcoíris. Había una vez un caballo llamado Rayo, que era el más rápido y elegante de todo el prado. Tenía un pelaje blanco y gris que brillaba con la luz del sol y su melena era como el fuego. Pero Rayo no era un caballo común y corriente, ya que tenía un talento muy especial: podía pintar el arcoíris en el cielo.
Cada vez que llovía, Rayo corría por los campos y saltaba por los prados, y mientras lo hacía, sacudía su melena y su cola, dejando caer gotas de colores brillantes en el aire. Los animales del prado quedaban maravillados al ver los arcoíris que Rayo había pintado, y cada vez que lo veían pasar, lo saludaban con una sonrisa y un agradecimiento.
Pero un día, algo extraño sucedió. Hubo una sequía en el prado, las plantas y los árboles comenzaron a marchitarse y los animales se quedaron sin agua que beber y alimentos que comer. Rayo estaba preocupado, porque sabía que sin agua, no podría pintar su bello arcoíris.
Pensó en todo lo que había aprendido acerca de la lluvia, y decidió que tenía que hacer algo para ayudar a sus amigos. Recordó que la lluvia venía de las nubes, y que las nubes a su vez, venían de la oscuridad del cielo. Decidió entonces, que si tomaba los colores más brillantes de su pelaje y de su melena y los lanzaba al cielo, podría atraer las nubes y hacer que lloviera.
Así que, una noche oscura, Rayo se colocó debajo del cielo estrellado y empezó a sacudir su melena y su cola, dejando caer gotas de color uno por uno. Un poco de rojo, unas gotas de naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Y al hacerlo, las gotas de color comenzaron a combinarse y a formar un arcoíris brillante y poderoso.
Rayo se concentró en el arcoíris que había creado, y empezó a moverlo y a agitarlo. Las gotas de color volaban hacia el cielo como pequeños puntos de luz, y crearon una música mágica en el aire. Las más brillantes de las estrellas brillaron más fuerte, y la luna se hizo más resplandeciente. Y de repente, un suave viento comenzó a soplar, trayendo consigo las nubes necesarias para hacer llover.
Las nubes se amontonaron suavemente en el cielo, y se juntaron en una sola masa, como una enorme ola sobre el prado. Rayo siguió moviendo su arcoíris, y las gotas de color que había dejado caer, comenzaron a caer del cielo, dando inicio a una hermosa lluvia, que cubrió el lugar emptizado de la sequía.
La lluvia cayó suavemente sobre el prado, haciendo que las hojas se volvieran verdes de nuevo, las plantas y las flores se abrieran, y los ríos y arroyos volvieran a correr con agua clara. Los animales miraron hacia el cielo y pudieron ver el hermoso arcoíris que Rayo había creado, y agradecieron por la bendición.
Desde aquel día, Rayo supo que su talento no era sólo algo bonito, sino algo que podía hacer la mayor diferencia en el mundo. Él había ayudado a su comunidad , transformado la sequía en lluvia, y traído color y vida de nuevo al prado. Era como si hubiera pintado su propio hermoso arcoíris en el mundo, y desde entonces, cada vez que corría y saltaba, sabía que estaba haciendo una verdadera diferencia.
Y así, el talento especial de Rayo nunca se descubrió en la competencia de carreras de caballos, su significado fue más allá del final de la última carrera, donde creó una belleza inolvidable y ayudó a su gente en su mayor necesidad. Rayo se convirtió en una leyenda, recordado para siempre como el caballo que pintó el arcoíris en el cielo.