La yegua de los cuentos olvidados. Había una vez una yegua que vivía en una pradera rodeada de montañas en la que, aparte de ella, no había ningún otro animal en los alrededores. La yegua era muy famosa debido a que había salvado la vida de varios animales que se habían perdido en el bosque y llegado a la pradera, guiándolos de vuelta a su hogar.
Sin embargo, a pesar de su fama, los animales del bosque empezaron a olvidarse de ella a medida que pasaba el tiempo. Un día, la yegua se dio cuenta de que los animales que solía ayudar habían encontrado otras maneras de guiarse a casa sin su ayuda, y la mayoría de ellos ya no se acordaba de ella.
Al principio, la yegua intentó ignorar este hecho, pensando que no era importante. Pero con el tiempo, comenzó a sentirse cada vez más sola y olvidada mientras se preguntaba por qué había alcanzado tanta fama si, al final, era fácilmente olvidada.
Un día, mientras estaba pastando en su campo, un zorro apareció de repente frente a ella. La yegua se sorprendió, porque nunca había visto un zorro en su campo antes. Pero el zorro se acercó a ella de manera amistosa y le dijo que había oído hablar de su historia.
La yegua se sintió sorprendida y no entendió cómo podía haber oído hablar de ella, ya que todos los animales de la zona parecían haberla olvidado. Pero el zorro le dijo que él había oído hablar de ella gracias a los animales de otros lugares, lejanos a su pradera, donde su fama aún perduraba.
La yegua se sintió feliz de saber que su historia aún era recordada en otros lugares, pero se sintió triste al darse cuenta de que ya no era tan famosa entre los animales de su propio territorio. El zorro, sin embargo, la tranquilizó diciendo que no importaba que los animales locales la hubieran olvidado porque, como ella había ayudado a tantos animales diferentes, su historia se había propagado por todo el mundo.
Desde entonces, la yegua comenzó a sentirse menos sola y más importante, pensando en la cantidad de animales que había salvado a lo largo de los años. Y el zorro se convirtió en su fiel amigo, contándole historias de otros lugares y reforzando su autoestima.
Pero una tarde, cuando por fin volvieron las nubes tras semanas de sol sofocante, el zorro le habló sobre un lobo que vivía en las montañas, un lobo muy orgulloso que creía que no necesitaba la ayuda de nadie. El zorro sabía que había una manada de renos que se habían perdido en la montaña y que el lobo no quería ayudarlos. La yegua, que todavía se preocupaba por los animales, se preocupó por los renos y decidió ir a la montaña para ayudarlos.
Pero cuando llegó a la montaña, se encontró con el lobo que el zorro le había mencionado. El lobo se burló de ella, diciéndole que no era tan fuerte y que no podría ayudar a los renos. Pero la yegua no estaba dispuesta a dejar que el orgullo del lobo pusiera en peligro a los renos. Así que se enfrentó al lobo, retándolo y haciéndole ver que la ayuda y la cooperación entre animales eran fundamentales para sobrevivir en la naturaleza.
El lobo, finalmente, aceptó su ayuda y juntos, la yegua y el lobo guiaron a los renos de vuelta a su hogar. Los renos quedaron tan agradecidos por la ayuda de la yegua que contaron su historia a los animales de los alrededores, y rápidamente su fama –su verdadera fama, la que ella siempre había merecido– volvió a extenderse por todo el territorio.
Desde ese día, la yegua se sintió más segura en su valor y en el valor del trabajo que hacía. No se preocupó más por tierras extrañas ni buscó la acreditación de los animales que conocía. Descubrió que, en el corazón de su trabajo, lo más importante era la satisfacción de haber ayudado a otros seres y de haber hecho lo correcto. Y esa seguridad de saber que su trabajo importaba, se volvió un lazo aún más fuerte entre ella y el zorro, quienes se volvieron compañeros de aventuras cada vez más cercanos.