El Gato y el Guardián del Tiempo. Érase una vez un gato llamado Mimi, quien vivía en un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad. Era un gato especial, ya que tenía la capacidad de viajar en el tiempo. Mimi se divertía mucho viajando al pasado y al futuro, y siempre regresaba a su casa justo a tiempo para su cena.
Un día, mientras viajaba al futuro, Mimi se encontró con un Guardián del Tiempo. Él era alto y imponente, vestía una túnica negra y llevaba un reloj de arena en la mano.
«¡Hola!» saludó Mimi con entusiasmo.
«¿Quién eres tú?» preguntó el Guardián del Tiempo con voz grave y profunda.
«Soy Mimi, el gato viajero en el tiempo», respondió con una sonrisa.
El Guardián del Tiempo frunció el ceño. «Viajar en el tiempo es peligroso, gato. Debes tener cuidado con lo que haces».
Mimi asintió, pero no pudo evitar sentirse un poco molesto. Él sabía lo que estaba haciendo y se aseguraba siempre de no cambiar nada que pudiera alterar el curso de la historia.
«¿Qué estás haciendo aquí?», preguntó el Guardián del Tiempo mientras examinaba el reloj de arena en su mano.
«Sólo estoy explorando», respondió Mimi. «Me gusta ver cómo será el futuro».
El Guardián del Tiempo suspiró. «El futuro es un lugar incierto, gato. Hay momentos buenos y malos, y todo lo que hacemos en el presente afecta directamente al futuro».
Mimi asintió. Sabía que el Guardián del Tiempo tenía razón. Sin embargo, no podía evitar sentir una gran curiosidad por el futuro.
«Permíteme mostrarte algo», dijo el Guardián del Tiempo mientras extendía su mano.
Mimi se acercó con precaución y vio que el Guardián del Tiempo estaba sosteniendo un pequeño reloj. «Esto es un reloj del tiempo», explicó. «Te llevará a cualquier momento que desees, pero debes tener cuidado y no cambiar nada».
Mimi estaba emocionado. Nunca había visto un reloj del tiempo antes. Tomó el reloj del Guardián del Tiempo y se alejó para explorar.
Cuando regresó, el Guardián del Tiempo estaba esperando por él. «¿Cómo te fue, gato?», preguntó.
«Fue increíble», respondió Mimi emocionado. «Vi cosas que nunca había imaginado y aprendí mucho sobre el futuro».
«Excelente», dijo el Guardián del Tiempo. «Recuerda, debes ser cuidadoso y no interferir con el curso del tiempo».
Mimi asintió. «Entiendo, y lo tendré en cuenta».
Desde ese momento en adelante, Mimi viajó con el reloj del tiempo a muchos lugares diferentes en el pasado y en el futuro. Aprendió mucho sobre la historia y pudo ver cómo las acciones del presente afectaban el futuro.
Pero un día, Mimi hizo algo que no debería haber hecho. Se encontró en el siglo XVI viendo a un granjero y su esposa trabajar en el campo. Mimi se acercó sigilosamente, queriendo ser amistoso. Sin embargo, al hacerlo, se asustó al granjero, quien pensó que era un demonio. El granjero llamó a sus vecinos para ayudar a luchar contra el demonio, y pronto Mimi se encontró rodeado de hombres armados con horcas y palos.
Mimi intentó huir, pero fue atrapado y llevado ante el rey del país en aquel entonces. El rey era un hombre cruel que no tenía tolerancia para los seres que no conocía. Condenó a Mimi a morir en la hoguera.
El Guardián del Tiempo se enteró rápidamente de lo que había pasado y se apresuró a intervenir. Utilizando su propio reloj del tiempo, se llevó a Mimi al presente justo antes de que la hoguera fuera encendida.
Mimi estaba aterrado y tembloroso, pero aliviado de estar a salvo. El Guardián del Tiempo lo consoló y le prometió que nunca más volvería a pasar por algo así.
Desde entonces, Mimi aprendió la importancia de ser cuidadoso y responsable al viajar en el tiempo. Nunca más desobedeció las reglas y se aseguró de que su ingenio y curiosidad estuvieran siempre en sintonía con la prudencia y la sabiduría.
El Guardián del Tiempo siempre observaba de cerca y, con el tiempo, la amistad entre Mimi y él creció. Mimi ahora sabía que viajar en el tiempo era un regalo y una responsabilidad que no podía tomarse a la ligera. Y el Guardián del Tiempo aprendió que un pequeño gato curioso y aventurero podía dejar una huella en la historia sin necesidad de cambiarla.
Desde entonces, los dos amigos trabajaron juntos para explorar el pasado y el futuro, y siempre regresaron a casa justo a tiempo para la cena. El Guardián del Tiempo y Mimi el gato, guardianes del tiempo y la historia, una vez más escribirían juntos la historia del tiempo, disfrutando del regalo que tenían de manejar el tiempo en conjunto.