Los Gatos y la Luna Llena Mágica. Érase una vez un grupo de gatos callejeros que solían reunirse cada noche para contar historias y jugar en el oscuro callejón detrás del mercado. Una noche, mientras jugaban a perseguirse y saltar juntos sobre las cajas de cartón, uno de los gatos notó que la luna estaba especialmente grande y brillante esa noche.
– ¡Miren la luna! – exclamó – Es enorme y redonda. Nunca la he visto así antes.
– Yo tampoco – dijo otro gato – Pero dicen que cuando la luna llena es grande y brillante, suceden cosas mágicas.
Los demás gatos escucharon con asombro y curiosidad. Querían saber más sobre la luna mágica y cómo podrían experimentar esa magia ellos mismos.
– ¿Qué tipo de cosas mágicas suceden cuando la luna está llena? – preguntó un gato gris con ojos amarillos.
– Hay tantas cosas – respondió un gatito blanco y negro – Dicen que puedes ver duendes y hadas, o incluso escuchar canciones de sirenas si estás lo suficientemente cerca del mar. Algunos incluso dicen que puedes volar si crees lo suficiente.
Los gatos se quedaron boquiabiertos ante tales maravillas. Había una energía especial en el aire esa noche, y podían sentir que algo extraordinario estaba a punto de suceder.
De repente, una voz familiar rompió el hechizo mágico que se había creado.
– ¿Qué hacen ustedes aquí? – Era el dueño del mercado, un hombre gruñón y malhumorado que no toleraba que los gatos se acercasen a su propiedad.
Los gatos se dispersaron rápidamente, saltando por encima de las cajas y deslizándose por los huecos en la cerca.
– No importa – murmuró el gato gris – La magia aún está en el aire. Debemos encontrar una manera de hacer que suceda algo increíble.
Lo que no sabían los gatos era que, en algún lugar del mundo, una anciana bruja estaba haciendo un hechizo relacionado con la luna llena. Había reunido todos los ingredientes necesarios y se estaba preparando para lanzar el hechizo más poderoso de su carrera.
Justo en el momento en que el reloj daba la medianoche, los gatos del callejón se levantaron en atención. Un viento helado comenzó a soplar, y la luna llena se hizo aún más brillante. Una luz mágica comenzó a extenderse por el callejón, y los gatos sintieron una sensación de calidez y cosquilleo en sus pieles.
De repente, un gato rojo y blanco comenzó a levitar en el aire, flotando junto a la luna llena. Los demás gatos miraban con asombro mientras el gato se movía y giraba en el aire, como si estuviera danzando con la luna.
Los otros gatos comenzaron a sentir una energía eléctrica que hacía cosquillas en sus narices, y antes de que supieran lo que estaba pasando, cada uno de ellos se levantó en el aire y comenzó a flotar junto al gato rojo y blanco.
Juntos, los gatos comenzaron a bailar alrededor de la luna llena, sus patas moviéndose al ritmo de la música celestial que sólo podían oír ellos. Cada gato se sentía más ligero que el aire, flotando y girando en el suave resplandor de la luna mágica.
De repente, el gato gris con ojos amarillos comenzó a brillar intensamente, como si su pelaje estuviera hecho de diamantes. Sus patas se convirtieron en rayos de luz, y empezó a moverse en círculos cada vez más rápidos, dejando un rastro de chispas luminosas detrás de él.
Pronto, cada gato comenzó a transformarse, sus pelajes brillando y sus ojos brillando con una luz divina. Algunos se convirtieron en pequeñas llamas bailando en el aire, mientras que otros asumieron la forma de estrellas parpadeantes.
Y así, los gatos bailaron toda la noche, flotando y girando en el aire, transformándose y cambiando en formas maravillosas y sorprendentes. La magia de la luna llena había despertado algo mágico y celestial en cada uno de ellos, y nunca olvidarían esa noche mágica en la que habían dejado de ser simples gatos callejeros para convertirse en seres mágicos y extraordinarios.
A la mañana siguiente, cuando el sol estaba en lo alto del cielo, los gatos despertaron con resaca de la fiesta de la noche anterior. Estaban todos juntos en un rincón del callejón, cada uno cansado y con la piel llena de polvo y telarañas.
– ¿Qué demonios pasó anoche? – preguntó el gato rojo y blanco, frotándose los ojos.
Los demás se rieron y se miraron. Sabían que no podían decirles nada a los demás gatos callejeros sobre su noche mágica. Pero sabían que esa noche, la luna llena les había dado algo especial, algo que nunca olvidarían.
A partir de entonces, todos los años, durante la luna llena del mes de agosto, los gatos callejeros del callejón detrás del mercado se reunirían para observar la luna llena juntos. Cada uno de ellos recordaría esa noche mágica en la que se transformaron en seres celestiales, bailando junto a la luna en el cielo nocturno. Y aunque nunca más volvió a suceder algo así, sabían que la magia aún estaba ahí, esperando a ser despertada de nuevo.