El Dragón y el Tesoro Escondido

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El Dragón y el Tesoro Escondido
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El Dragón y el Tesoro Escondido. Hace mucho tiempo, en un reino lejano, había un dragón llamado Ignacio. Ignacio no era un dragón común y corriente, él era diferente a todos los demás. Ignacio no quería ser temido y odiado por los habitantes del reino, él quería ser amado y aceptado por todos.

Ignacio había intentado ser amable y amistoso con los habitantes del reino, pero siempre le temían y rechazaban por su apariencia. Su cuerpo estaba cubierto de escamas de color verde esmeralda y su aliento era una llamarada de fuego. Además, tenía unas enormes alas, garras afiladas y dientes en su enorme boca.

Ignacio comenzó a sentirse solo y triste. Se preguntaba por qué tenía que ser diferente a los demás dragones. Él simplemente quería un amigo que lo aceptara tal y como era.

Una noche, mientras volaba sobre el reino, vio una pequeña casa en el bosque. Se acercó lentamente y vio a un niño sentado en el porche, llorando. Ignacio pudo sentir el dolor del niño en su corazón y decidió acercarse, con mucho cuidado, para no asustarlo.

El niño al principio, al ver al dragón, se asustó, pero al ver que no le hacía daño, comenzó a hablar con él. Ignacio le contó su historia y le dijo que él simplemente quería ser amado y aceptado como todos los demás.

El niño se llamaba Antonio y tenía el corazón lleno de amor y compasión. No le importaba que Ignacio fuera un dragón, él lo aceptaba tal como era. Los dos se hicieron amigos y comenzaron a pasar tiempo juntos. Antonio le enseñó a Ignacio muchas cosas sobre el reino y sobre la vida. Ignacio, a su vez, protegía a Antonio y lo llevaba volando por el cielo.

Un día, mientras volaban juntos, vieron a un malvado caballero atacando un pueblo. Ignacio decidió actuar para proteger a las personas y, con un rugido ensordecedor, se abalanzó sobre el caballero. El caballero intentó cortar con su espada a Ignacio, pero el dragón era más rápido y esquivó el golpe. Ignacio lanzó una llamarada de fuego que le dio al caballero en el escudo, haciéndolo caer al suelo.

Antonio y las personas del pueblo vieron al dragón en acción y se dieron cuenta de que Ignacio era diferente a los demás dragones. Él no era malvado ni quería hacerles daño. Él quería protegerlos y ayudarlos.

Desde ese día, Ignacio se convirtió en un héroe en el reino. La gente lo aceptó y lo amó, y él se sintió feliz y en paz. Antonio y él se convirtieron en los mejores amigos de todo el reino, e Ignacio vivió el resto de su vida en felicidad y amor.

La moraleja de esta historia es que no importa cuán diferente nos sintamos de los demás, todos merecemos amor y aceptación. No debemos juzgar a las personas por su apariencia o por lo que otros dicen de ellas. Debemos mirar dentro de sus corazones y aceptarlos tal como son. Y, como Ignacio, siempre debemos estar dispuestos a proteger y ayudar a los demás, incluso si nos temen al principio.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Dragón y el Tesoro Escondido
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