La Aventura del Dragón de Hielo. Había una vez un dragón de hielo que vivía en las montañas, rodeado de nieve y hielo por todas partes. El dragón, a primera vista, parecía una criatura peligrosa y temible, pero en realidad era bastante solitario.
Durante mucho tiempo, el dragón de hielo vivió en soledad, y aunque muchos aventureros intentaron acercarse a él para intentar matarlo, nadie había logrado siquiera acercarse a él.
Pasaron varios años, y el dragón sentía cada vez más la necesidad de tener compañía. Un día, decidió bajar de las montañas en busca de alguien que quisiera unirse a él en su morada.
Fue así como llegó a un pequeño pueblo, donde empezó a preguntar por alguien que quisiera unirse a él en la montaña. Todos los habitantes del pueblo se asustaron al ver al dragón y huyeron espantados.
Desesperado, el dragón decidió seguir su camino en busca de alguien que pudiera aceptarlo, en lugar de temerlo.
Fue así como llegó a una pequeña aldea, donde encontró a una pequeña niña, Nimue, que jugaba sola a las afueras de su hogar. El dragón se acercó lentamente a ella, esperando no asustarla.
Nimue, al ver al dragón de hielo, no huyó asustada como todos los demás. Al contrario, se acercó a él con curiosidad, abrazándolo y acariciándolo.
El dragón se emocionó al ver a alguien que no lo veía como una amenaza, sino como un posible compañero. Fue así como, en una montaña cercana, construyó una hermosa morada de hielo para ellos dos.
Desde ese día, Nimue y el dragón se convirtieron en los mejores amigos. El dragón la protegía de cualquier peligro, mientras que ella lo acompañaba en todas sus aventuras.
Juntos, recorrían las montañas y exploraban los lugares más recónditos, disfrutando de la vista del hermoso paisaje. En una de sus excursiones, encontraron un árbol místico, en cuyas ramas florecían mariposas de diferentes colores.
El dragón, emocionado, le dijo a Nimue que ese lugar tenía algo mágico, y que quería quedarse allí para siempre. Nimue estuvo de acuerdo, y así fue como hicieron de ese lugar su hogar definitivo.
A partir de ese momento, el dragón y la niña pasaron muchos años juntos, en una paz y una armonía sin igual. La única preocupación de ambos era cuidar de su hogar y disfrutar de la compañía del otro.
Sin embargo, un día, la aldea más cercana al hogar del dragón fue atacada por un ejército de bandidos. Estos bandidos arrasaron con todo lo que encontraron a su paso, saqueando casas y matando a todos los habitantes del pueblo.
El dragón y Nimue, al ver la devastación provocada por los bandidos, no pudieron hacer otra cosa más que luchar contra ellos para salvar a las personas inocentes que habían quedado atrapadas en la aldea.
Fue una batalla larga y difícil, pero finalmente, el dragón y Nimue lograron derrotar a los bandidos y salvar a los sobrevivientes.
Desde ese día, Nimue y el dragón se convirtieron en protectores del pueblo. Los habitantes del pueblo, agradecidos con ambos, les otorgaron el honor de ser sus guardianes y protectores.
Nimue y el dragón, juntos, lograron mantener al pueblo seguro durante muchos años, hasta que un día, la niña cayó enferma. El dragón, preocupado por la salud de su amiga, decidió bajar de la montaña en busca de ayuda.
Fue así como llegó a un pueblo cercano, donde encontró a un curandero que aceptó ayudarlo. El curandero, al ver el estado de Nimue, le preparó una poción que logró curarla.
El dragón, agradecido por la ayuda del curandero, decidió regresar a la montaña junto a Nimue, para continuar siendo sus guardianes y protectores.
Juntos, el dragón y la niña vivieron una larga y feliz vida en la montaña, rodeados de la hermosura del paisaje natural y de la compañía uno del otro.
Y aunque muchos aventureros intentaron acercarse al dragón de hielo, ninguno logró hacerle daño, pues el dragón ya había encontrado en Nimue lo que tanto buscaba: amor y amistad eterna.