La leyenda del pirata Morgan. Érase una vez en plena época de piratas, en el lejano caribe, un hombre audaz y valeroso que se hacía llamar el Capitán Morgan. Él era un pirata temido por todos, pero a la vez respetado por su astucia y habilidades en el mar.
El Capitán Morgan era un hombre de gran estatura, barba espesa, piel curtida por el sol y los vientos marinos. Su mirada penetrante y decisiva hacía temblar a todos aquellos que se cruzaban en su camino. Con su tripulación de leales marineros a su mando, se dedicó a saquear y conquistar todas las riquezas que encontraba en el océano.
En uno de sus ataques a un barco mercante español, encontró a una hermosa mujer que había sido tomada como prisionera por su tripulación. Morgan quedó cautivado por la belleza de aquella mujer y decidió hacerla suya. La mujer, llamada Isabella, no aceptó la decisión del capitán y se negó a ser suya, alegando que estaba enamorada de otro hombre.
Morgan, no acostumbrado a que alguien se resistiera a sus encantos, decidió secuestrar a Isabella y mantenerla cautiva en su barco, pensando que con el tiempo ella caería rendida a sus pies. Pero Isabella estaba decidida a escapar y regresar a casa con su amado.
Pasaron los días y Isabella seguía en el barco del Capitán Morgan, su tristeza y añoranza por su tierra natal la tenían desconsolada, pero con cada día que pasaba crecía su deseo por escapar y volver a donde pertenecía. Un día Isabella decidió actuar, aprovechando que el Capitán Morgan se encontraba en tierra firme abasteciéndose de provisiones.
Isabella logró que uno de los marineros le ayudara en su huida, haciendo que le enseñara el camino hacia la costa más cercana. Afortunadamente para ella, durante su escape, no encontraron a nadie que les detuviera y finalmente llegaron a la costa. Ahí, Isabella encontró a un grupo de soldados españoles que la llevaron a un lugar seguro y la pusieron en contacto con su amado.
El Capitán Morgan descubrió la huida de Isabella, y se enfureció de tal manera que juró encontrarla y hacerla pedir clemencia por haberse atrevido a escapar de su barco. Morgan ordenó a sus leales marineros que salieran a buscarla. La tripulación del Capitán buscó por todos los rincones del océano, pero no fueron capaces de encontrar a Isabella.
Isabella, mientras tanto, había regresado con su amado y estaban planeando una manera de huir del país. Sabían que el Capitán Morgan, no dejaría pasar esta ofensa impunemente, y que ellos estaban en riesgo de ser capturados o asesinados, así que consideraron que lo mejor era irse lejos de aquella zona.
El Capitán Morgan, llegó a escuchar rumores que el amado de Isabella, era muy rico y que había heredado un gran patrimonio de su familia, por lo que decidió que si encontraba a Isabella, mataría a su amado y se quedaría con sus riquezas. Así que Morgan, siguió en busca de Isabella y su amado, sin saber que estaban a punto de emprender el camino hacia otra tierra, fuera de su alcance.
Días después, Isabella y su amado se embarcaron en un barco que les llevaría a nuevos horizontes, donde vivirían juntos, en paz y alejados de la vida de piratas y peligros. Pero el Capitán Morgan, como buen cazador de tesoros, nunca se rinde. Estuvo un tiempo en la búsqueda de aquel barco y finalmente lo encontró.
Cuando el Capitán se enteró que Isabella y su amado estaban en aquella nave, ordenó un ataque sin piedad contra aquellos a los que consideraba sus enemigos. La lucha fue brutal, pero finalmente el Capitán Morgan consiguió hacerse con el barco y con Isabella y su amado en su poder.
Morgan estaba satisfecho, había conseguido capturar a la mujer que tanto anhelaba, además de haberse hecho con la fortuna que el amado de Isabella había heredado. Pero el Capitán no sabía que su suerte estaba a punto de cambiar.
Durante la noche, mientras todo el mundo dormía, Isabella había decidido poner fin a su martirio, no permitiría que el capitán siguiera tratándola como un objeto y que matara a su amado. Así que decidió dar su vida por la de él.
Isabella encontró unos barriles llenos de pólvora y decidió hacerlos explotar en la cubierta del barco. Cuando Morgan se dio cuenta del peligro, corrió hacia la cubierta esperando encontrar a Isabella y su amado, pero fue demasiado tarde. El barco explotó en mil pedazos, y Morgan y sus hombres cayeron al agua.
Mientras tanto, Isabella y su amado, había huido en una barca que habían robado a los de los piratas, por lo que sobrevivieron al ataque. Morgan, que no sabía nadar, se hundió en el fondo del mar junto a su barco y su tripulación.
Desde entonces, se cuenta que el espíritu del Capitán Morgan, vaga por los mares en busca de su amada Isabella. Se dice que la ha visto en varias ocasiones, y que siempre se acerca a ella para intentar cortejarla, pero ella le rechaza una y otra vez, dejándolo atrapado en un eterno dolor que nunca podrá solucionar.
De este modo, el Capitán Morgan se convirtió en una leyenda, un símbolo de la vida de pirata y de aventura en el mar. Pero siempre permanecerá en la memoria de muchos, como aquel hombre que se dejó llevar por la obsesión y el deseo, y que terminó pagando las consecuencias.