El Hada de la Música. Érase una vez, en un oscuro bosque encantado, un hada llamada Melodía. Ella era conocida como El Hada de la Música, porque su hermosa voz podía hacer que los pájaros cantaran y que los árboles florecieran. Melodía era una criatura solitaria que vivía entre la espesura del bosque. La mayoría de las veces, solo se la veía en el crepúsculo, cuando su voz flotaba en el aire y llenaba los corazones de los viajeros con alegría.
Pero a pesar de su belleza, Melodía se sentía sola. Ella nunca había conocido a alguien como ella, alguien que pudiera apreciar su amor por la música y los sonidos de la naturaleza. Así que, un día, decidió aventurarse fuera del bosque y explorar el mundo que la rodeaba.
Melodía caminó durante horas, hasta que llegó a un pueblo cercano. Allí, descubrió que la gente tenía un amor propio y una alegría que ella no había conocido antes. Pero también se dio cuenta de que la música que tocaban era muy diferente de la que ella conocía. La música del pueblo estaba llena de tambores, guitarras y otros instrumentos que Melodía nunca había oído antes.
Intrigada por estos nuevos sonidos, Melodía decidió aprender a tocar una guitarra para poder unirse a los músicos del pueblo. Sin embargo, descubrió que no era tan fácil como pensaba. La guitarra era muy diferente a su voz, y Melodía luchó por encontrar la armonía adecuada. Pero aun así, ella perseveró.
Melodía practicó día y noche, y pronto se convirtió en una excelente guitarrista. La gente del pueblo estaba impresionada por su habilidad y muchos la aclamaban como la mejor músico del pueblo. Pero a pesar de esto, Melodía se sentía vacía. Ella todavía anhelaba la soledad del bosque y la música que la había acompañado durante toda su vida.
Un día, mientras tocaba su guitarra en el bosque, Melodía se dio cuenta de que había perdido algo importante: su voz. Ella había estado tan enfocada en aprender a tocar la guitarra que había descuidado su habilidad natural. Sintiéndose triste y desanimada, Melodía se sentó debajo de un árbol y comenzó a llorar.
Fue entonces cuando un pájaro se posó a su lado y comenzó a cantar. Estaba lleno de alegría y armonía, y a medida que la canción continuaba, Melodía se dio cuenta de que su voz estaba volviendo. Siguió al pájaro a través del bosque, y pronto se encontró rodeada por los sonidos melodiosos y armoniosos que habían sido la banda sonora de su vida.
Finalmente, Melodía se dio cuenta de que no necesitaba aprender a tocar instrumentos para ser una gran músico, porque ella ya era una con su voz. Y con esta nueva comprensión, decidió regresar al pueblo y compartir la magia de su música con los demás. La gente la recibió con los brazos abiertos, y Melodía comenzó a cantar sus canciones en la plaza del pueblo todos los días.
Con el tiempo, más y más personas se unieron a ella, tocando sus guitarras, tambores y otros instrumentos mientras Melodía cantaba. A medida que la música llenaba el aire, el pueblo se convirtió en un lugar más alegre y feliz. Y Melodía, habiendo encontrado su verdadero yo, siempre recordaría el día en que aprendió que la verdadera música estaba dentro de ella todo el tiempo.