La Hada del Mar. Érase una vez una joven llamada Marina quien amaba pasar sus tardes en la playa. Desde que era una niña, la brisa marina y las olas del mar habían sido sus mejores amigos. Podía pasar horas sentada en la arena con sus pies metidos en el agua, mirando al horizonte y soñando despierta. Al crecer, Marina se había dado cuenta de que el mar era para ella su lugar feliz, su escape, y ese sentimiento era algo que nunca cambiaría. Por eso, cuando escuchó hablar sobre la Hada de Mar, no dudó en ir a buscarla.
La Hada de Mar era una leyenda que había pasado de generación en generación. Según la historia, ella habitaba en la profundidad del océano y concedía deseos a aquellos que la encontraban. Se decía que era una criatura hermosa, con cabello largo y brillante de color verde-azul, y que sus alas eran como las de una mariposa monarca, pero con escamas. Marina siempre creyó en la existencia de la Hada de Mar, y había decidido que quería encontrarla y pedirle un deseo.
Así que, una tarde, Marina se aventuró al océano. Nadó más allá de lo que jamás había explorado y se hundió en las profundidades marinas. Mientras descendía, todo se volvía oscuro y silencioso, pero la joven no tenía miedo. Se concentraba en su objetivo, y de repente, una luz brillante apareció ante ella. Era la Hada de Mar.
Marina estaba asombrada. La había imaginado de muchas formas en su mente, pero nunca una tan hermosa. Ella flotaba sobre el agua, y su cabello y alas brillaban bajo los rayos del sol. “Hola, Marina”, dijo la Hada. “¿Qué te trae hasta aquí?”
La joven sabía lo que quería pedir, pero estaba nerviosa. “Quiero un deseo”, dijo después de unos segundos de recobrar su compostura.
“Es cierto que concedo deseos siempre y cuando se lo merezcan”, respondió la Hada. “Pero háblame más de ti primero. ¿Qué es lo que te hace feliz?”
Marina reflexionó. “Me hace feliz estar en la playa y escuchar el sonido del mar. Pero también me hace feliz ver mi familia y amigos felices”, respondió ella.
“Me gusta la forma en que piensas”, dijo la Hada de Mar. “Mereces un deseo. ¿Cuál será?”
Marina no tenía dudas en su mente. “Quiero poder ayudar a proteger el océano”, dijo ella. “Quiero asegurarme de que las personas valoren el mar, como yo lo hago. Quiero que los animales marinos estén seguros y los océanos sean limpios”.
La Hada de Mar asintió en aprobación. “Eso es un gran deseo, Marina, y estoy dispuesta a ayudarte. Pero, ¿estás dispuesta a hacer lo que se necesita para hacer que este deseo se haga realidad?”
Marina estaba emocionada. “Definitivamente”, dijo.
“Entonces, toma esto”. La Hada de Mar extendió su mano y entregó a Marina una piedra brillante. “Es un talismán mágico. Te dará la fuerza y la sabiduría que necesitas para hacer el bien en el mundo y proteger a los seres marinos. Pero recuerda, no puedes hacerlo sola. Necesitarás encontrar ayuda”.
Marina tomó la piedra y la admiró. Estaba sorprendida y emocionada. “¿Cómo lo encontraré?”, preguntó.
La Hada de Mar sonrió. “Lo sabrás cuando lo veas. Ve y haz que el mundo sea un lugar mejor, Marina”.
Marina nadó de regreso a la superficie, feliz y emocionada por la gran aventura que estaba por empezar. Durante los siguientes días y semanas, pensó en cómo podría hacer que su deseo se hiciera realidad. Habló con amigos y líderes comunitarios para conocer más sobre los problemas que enfrentaba el mundo marino. Se unió a organizaciones que trabajaban por la protección del océano y ayudó a difundir la información.
Un día, mientras estaba en la playa, Marina se cruzó con un grupo de jóvenes. Estaban recogiendo basura y plásticos que habían quedado esparcidos después de un día en la playa. Marina se acercó a ellos y les preguntó si podía ayudar.
Juntos, recogieron toneladas de basura y conversaron sobre la importancia de cuidar el mar. Marina se sintió emocionada de haber encontrado a otros que compartían su amor por el océano y se prometió seguir trabajando duro para que el mar pudiera ser un lugar más seguro y limpio.
Con el tiempo, Marina llegó a liderar un grupo de personas comprometidas con la conservación del océano. Fue una ardua tarea, pero nunca dejó de pensar en el talismán que le había dado la Hada de Mar. Gracias a su deseo, Marina había encontrado su propósito y había encontrado a otros que compartían su visión.
Un día, mientras estaba caminando por la playa, una amiga le tendió un folleto en el que anunciaban un concurso para jóvenes activistas dedicados a la protección del océano. Marina sabía que debía tomar esa oportunidad.
Con ayuda de su grupo, Marina entró al concurso, presentando sus proyectos y sus sueños para el océano. Y fue elegida como la ganadora. Fue entonces cuando comprendió la magnitud del camino que había recorrido desde se decidió pedir un deseo a la Hada de Mar. No solo había encontrado su propósito, sino también la fuerza para hacer el bien en el mundo.
Marina seguía visitando el océano y siempre se acordaba de la Hada de Mar. Era su modo de mantenerse en contacto con el espíritu marinero que había despertado en su interior. Cada vez que miraba al horizonte, sabía que detrás de esa línea se encontraba un mundo mágico por explorar. Y por eso, nunca dejó de luchar por mantenerlo seguro. Y la Hada de Mar la acompañó en el camino.