La Hada de la Nieve. Érase una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas en lo alto de una colina, había una joven llamada Samantha que soñaba con conocer a La Hada de la Nieve. Desde pequeña, Samantha había escuchado historias sobre la hermosa hada que vivía en lo más alto de las montañas y que era la encargada de hacer que nevara cada invierno.
Cada noche, antes de dormir, Samantha miraba por la ventana de su habitación, mirando hacia las montañas, preguntándose si podría ver a la hada más allá de los picos nevados. Pero la hada nunca aparecía. Samantha continuó soñando con conocerla, pero nunca imaginó que algún día se convertiría en su mejor amiga.
Un día, Samantha decidió subir a la montaña más alta para ver si podía ver a La Hada de la Nieve. El camino fue difícil y la nieve llegaba hasta sus rodillas, pero ella no se rindió. Después de varias horas de caminata, finalmente llegó a la cima.
Y allí, ante sus ojos, estaba la hermosa hada, flotando en el aire, rodeada por un aura de luz brillante y blanca. Samantha quedó asombrada por su belleza y no podía dejar de mirarla. Pero La Hada de la Nieve la miró fijamente y susurro: «¿Cómo llegaste aquí, pequeña humana?»
Asustada, Samantha titubeó antes de responder: «Siempre he querido conocerte. He oído historias sobre ti desde que era una niña, y siempre soñé con verte en persona.» La Hada de la Nieve sonrió y le tendió la mano a Samantha.
«Me gustó tu afán por llegar hasta aquí,» dijo el Hada de la Nieve. «Es inusual para los humanos esperar en las cumbres de las montañas. Pero estás aquí, así que recibamos el presente que tengo para ti.»
La Hada de la Nieve extendió su varita y comenzó un hechizo rápido. De repente, Samantha sintió que la temperatura bajaba y la nieve se detenía. Se asustó, pero La Hada de la Nieve le explicó que sólo habían creado un pequeño santuario de invierno juntas, creado esencialmente para Samantha.
«Este santuario es un lugar seguro para ti, donde podrás disfrutar del invierno en su máxima expresión. Ya sabes, a veces la vida te deja congelado alguna dificultad, así que te lo puedo prestar.»
Samantha no podía creer lo que estaba viendo. Era un jardín magnífico y mágico lleno de nieve, animales y árboles. Un lugar real, diseñado para ella. La Hada de la Nieve la animó a explorar este santuario y empezar su nueva vida, tan cerca de los inviernos como cualquier humano podía soñar jamás.
Desde ese día, Samantha visitaba regularmente su santuario. Pero, además, ella y La Hada de la Nieve se hacían amigos cada vez que volvía, y la hada le enseñaba a hacer magia, armar guerras de nieve y divertidos juegos invernales. Sin embargo, una cosa traza su amistad: La Hada de la Nieve tenía que quedarse en la Mata Blanca, que estaba detrás de la cima, mientras Samantha se quedaba en su santuario, y nunca podían encontrarse en ningún otro momento del año.
Así transcurrieron los años. Samantha se convirtió en una joven mujer, rodeada por el amor de su familia y amigos. Pero cada invierno, siempre encontraba su camino de vuelta al santuario de la nieve.
Un día, Samantha preocupada se presentó ante La Hada de la Nieve diciéndole que su pueblo estaba en una gran sequía y que el agua pronto se agotaría. La Hada de la Nieve triste por la noticia, pero decidida a ayudar, decidió llevar una nevada milagrosa al pueblo de Samantha.
Esa noche, Samantha se despertó y vio que había una capa de nieve gruesa en todo el pueblo. La gente ya estaba afuera en las calles, jugando felizmente en la nieve que cubría el pueblo. Samantha se miró a sí misma en el espejo y vio que su cabello estaba cubierto de copos de nieve. Sabía que La Hada de la Nieve había traído esa nieve del santuario de invierno para salvar a su pueblo.
A partir de esa noche, la gente del pueblo empezó a comprender el poder del invierno y la importancia que tenía en sus vidas. Empezaron a cuidar la naturaleza y respetar el equilibrio que se establece, y la sequía nunca volvió a ser un problema.
Y, todos los inviernos después de esa noche, La Hada de la Nieve y Samantha se reunían en el santuario de invierno. La gente del pueblo reconocían el poder de la nieve y se unían a ellos para festejar y agradecer todo lo que la naturaleza nos regala. Y la amistad de Samantha y La Hada de la Nieve se fortaleció durante toda una vida, con la magia de sus santuarios se materializó anualmente y con la nieve cayendo cada invierno.