La Hada de la Felicidad. Érase una vez, en un encantador bosque, habitaban las Hadas de la Felicidad. Estas hadas eran conocidas por su habilidad para llevar la alegría a todos aquellos que las rodeaban. Podían crear una sonrisa en el rostro de los más tristes con solo un toque de su varita mágica.
Una de estas hadas, llamada Alba, era particularmente amada por el resto de los habitantes del bosque. Era conocida por su hermosa sonrisa y por su habilidad para hacer que todos se sientan felices. A menudo, la gente del bosque acudía a ella en busca de consuelo y apoyo.
Un día, una niña llamada Sofía, que vivía en un pequeño pueblo cerca del bosque, decidió que quería conocer a las Hadas de la Felicidad. Siempre había escuchado historias sobre ellas, pero nunca había tenido la oportunidad de verlas. Sofía era una niña muy triste; había perdido a su abuelo hacía unos meses, y desde entonces no había sido capaz de encontrar la felicidad en nada.
Un día, mientras caminaba sola por el bosque, se encontró con Alba. La hada notó inmediatamente la tristeza de la niña y decidió ayudarla. Con un golpe de su varita mágica, hizo aparecer un arcoíris en el cielo sobre ellas.
Sofía se sorprendió al ver un arcoíris en el medio del bosque, pero también comenzó a sentir que la tristeza que había estado cargando comenzaba a desaparecer. La niña comprendió que la felicidad que buscaba estaba justo delante de ella, gracias a la magia de Alba.
A partir de ese día, Sofía visitaba el bosque cada vez que se sentía triste o sola para buscar la energía positiva que le brindaban las Hadas de la Felicidad. No importaba cuán triste se sintiera al principio, siempre regresaba a casa con una enorme sonrisa en el rostro, gracias al amor de Alba.
Pero un día, cuando Sofía estaba paseando por el bosque, se encontró con una triste sorpresa. Alba había desaparecido. No había rastro de ella por ningún lado, y la niña comenzó a preocuparse. Sabía que algo estaba mal y que necesitaba encontrar a Alba.
Así que decidió buscar en todo el bosque. Buscó en cada rincón, debajo de cada hoja y detrás de cada árbol. Sin embargo, nadie había visto a Alba en ningún lugar. La niña no podía evitar sentirse triste ante la idea de que la había perdido para siempre.
Fue entonces cuando recordó la magia del arcoíris. Recordó cómo Alba le había hecho aparecer uno en el cielo aquel día en el bosque. Decidió que la mejor forma de encontrar a Alba era por medio del arcoíris, por lo que comenzó a buscar los lugares más altos del bosque para tratar de encontrar uno.
Después de un rato de buscar, Sofía finalmente encontró un arcoíris en el cielo. Sabía que era un mensaje de Alba y que tenía que seguirla. La niña comenzó a caminar por los senderos del bosque, buscando el arcoíris y siguiéndolo adondequiera que fuera.
Finalmente, el arcoíris la llevó a una pequeña cabaña, escondida en un rincón del bosque. La niña sabía que tenía que entrar, pero no estaba segura de qué encontraría allí. Con algo de miedo, abrió la puerta y entró.
Lo que encontró en la cabaña la sorprendió. Alba estaba sentada en una silla, mirando fijamente una rosa en sus manos. La niña sabía que algo malo había sucedido con la hada.
«Sofía, querida», dijo Alba al verla entrar, «me alegra mucho verte. Lamentablemente, algo ha pasado con mi magia. No puedo hacer felices a las personas como antes. Me siento tan impotente ahora mismo.»
Sofía comprendió por qué Alba había desaparecido. La hada había estado luchando internamente, tratando de encontrar su propia felicidad y magia. Le hizo recordar la alegre sonrisa que siempre había tenido en el rostro cuando ayudaba a los demás.
Entonces la niña se acercó a la hada, le ofreció un abrazo y le dijo: «Alba, eres la fuente de mi felicidad y de la de muchas otras personas. Escucha tu corazón y recuerda que tu magia viene de allí. No hay nada que no puedas hacer si crees en ti misma.»
Alba comprendió que no había perdido su magia, sólo se había permitido perder la confianza. Gracias al amor y al apoyo de Sofía, comenzó a recuperarla. Las dos hablaron durante horas, recordando momentos felices juntas.
Con el tiempo, Alba volvió a ser la misma hada alegre y radiante de siempre. Sofía la visitaba en su cabaña a menudo y siempre se sentaban juntas, hablando sobre la felicidad y la magia.
Años después, la niña y la hada se despidieron, prometiendo jamás olvidar los maravillosos momentos que compartieron juntas. Y así, Alba se convirtió en la fuente de felicidad para muchos otros, asegurando que todos los que la conocieran pudieran encontrar la felicidad igual que lo hizo Sofía.