La Hada de la Fortaleza. Érase una vez en un reino muy lejano, donde la magia y los cuentos eran parte de la vida cotidiana. En este reino, había un castillo muy grande y majestuoso, llamado La Fortaleza, que se alzaba muy alto sobre una colina. Este castillo tenía un gran muro que rodeaba todo su perímetro, donde vivían y trabajaban muchos seres mágicos, como personas con dones especiales, brujos, hechiceros, magos, entre otros.
Dentro de La Fortaleza había un ser muy especial, que era conocido como La Hada de la Fortaleza. Ella era la encargada de cuidar y proteger todo lo que había en ese lugar. Y aunque muchas veces no era vista, siempre estaba allí, observando todo lo que sucedía.
Un día, en el reino vecino, llegó la noticia de que el malvado dragón Rojo había despertado de su sueño y estaba causando estragos en las aldeas cercanas. La Hada de la Fortaleza, al enterarse de esto, decidió ir a investigar lo que estaba sucediendo. Tomó su varita mágica y su capa de plumas de fénix, y emprendió el viaje hacia ese lugar.
Después de días de caminar sin descanso, La Hada de la Fortaleza llegó a la aldea más cercana al castillo del dragón. Allí se encontró con una anciana que le dijo: «Hada, ten cuidado, el dragón Rojo es muy peligroso. Su fuego es tan fuerte que puede derretir todo lo que toca». La Hada de la Fortaleza le agradeció a la anciana y continuó su camino, sabiendo que podía enfrentarse al enemigo más grande con valentía y determinación.
Finalmente, La Hada de la Fortaleza llegó al castillo del dragón Rojo. Desde fuera, pudo ver que no era un lugar amigable. Había humo por todas partes, las torres estaban derribadas y la puerta principal había sido destruida. Con mucho cuidado, La Hada de la Fortaleza avanzó hacia el castillo.
Cuando llegó al interior, encontró al dragón Rojo dormido en el salón principal. Con sigilo, se acercó al enemigo y lo observó detenidamente. El dragón Rojo era enorme, tenía unas alas muy grandes y un aliento de fuego que derretía todo lo que tocaba. Pero aunque era muy poderoso, estaba profundamente dormido. La Hada de la Fortaleza, aprovechando esta oportunidad, buscó la manera de neutralizar al dragón.
Entonces, en uno de los rincones del salón, encontró una varita mágica que había sido abandonada por otro hechicero, y rápidamente la tomó. Con su nueva varita, La Hada de la Fortaleza lanzó un hechizo que dejó dormido al dragón por un largo tiempo. Luego, con su varita, selló la entrada del castillo para que nadie pudiera entrar o salir sin su permiso.
Satisfecha con su trabajo, La Hada de la Fortaleza decidió regresar a La Fortaleza. Pero mientras volvía, se dio cuenta de que no podía llevar su varita mágica con ella, ya que estaba en peligro de caer en las manos equivocadas. Entonces, decidió esconderla en un lugar muy seguro, donde solo ella sabría cómo encontrarla. Finalmente, la escondió en una cueva oculta detrás de una cascada mágica, y solo ella sabía cómo llegar allí.
Cuando regresó a La Fortaleza, La Hada de la Fortaleza fue recibida con los brazos abiertos. Todos los seres mágicos la felicitaron por su valentía y determinación, y ella les contó todo lo que había sucedido. Desde ese día, La Hada de la Fortaleza se convirtió en una leyenda, un ser de luz que protegía y cuidaba de todo lo que crecía a su alrededor.
Y aunque el dragón Rojo seguía durmiendo en su castillo, La Hada de la Fortaleza sabía que no podía bajar la guardia. Sabía que algún día, otro malvado enemigo podría aparecer en el reino y tendría que estar lista para enfrentarlo. Pero eso no la asustaba. Sabía que, con su coraje y valentía, podía enfrentar cualquier desafío que se le presentara.
Y así, la historia de La Hada de la Fortaleza se extendió por todo el reino, convirtiéndola en una leyenda que perduraría para siempre. Y años después, cuando La Fortaleza ya no era más que un recuerdo, la cueva detrás de la cascada se mantenía intacta, sola y segura, esperando ser descubierta nuevamente por aquellos que buscan un poco de magia y valentía en su vida.