La Hada del Circo. Érase una vez, en un pequeño pueblo apartado de la ciudad, existía un circo que lo visitaba cada año. Era un lugar lleno de magia y diversión que encantaba a grandes y chicos. Pero lo que nadie sabía era que todos los artistas del circo eran seres mágicos, cada uno con su propia habilidad especial.
Entre ellos se encontraba La Hada del Circo, una mujer con alas de mariposa y una varita mágica que hacía que todo lo imposible fuera posible. Ella era la encargada de hacer que cada espectáculo fuera impresionante y que todos los que asistían se llevaran un recuerdo inolvidable.
Un día, la Hada del Circo descubrió que una niña llamada Sofía, quien era una gran admiradora del circo, estaba enferma y no podía asistir al espectáculo al que tanto había esperado. La Hada del Circo decidió visitarla y llevarle un poco de la magia del circo a su hogar.
Al entrar en la habitación de Sofía, La Hada del Circo se dio cuenta de lo triste que se encontraba la niña, y decidió utilizar su poder mágico para hacer que comenzara a sentirse mejor. Con un movimiento de su varita, llenó la habitación con un arco iris de colores y una lluvia de flores cayó del techo.
Sofía se sorprendió al ver lo que la Hada del Circo había hecho, y comenzó a reír y a jugar con las flores que caían del cielo. La habitación estaba llena de música y la niña se olvidó de su enfermedad por un momento.
La Hada del Circo le preguntó a Sofía si había alguna habilidad especial que le gustaría tener, y la niña respondió que le hubiera gustado poder volar y ver el mundo desde lo alto.
La Hada del Circo sonrió y agitó su varita, haciendo que las alas de mariposa que tenía se desprendieran y se convirtieran en dos delicadas alas para Sofía. Le dijo que solo tenía que pensar en volar y sus alas la llevarían adonde quisiera.
Sofía estaba emocionada y saltó de su cama, abrió la ventana y se lanzó al aire. Las alas la levantaron y la llevaron por encima de las nubes, y pudo ver todo el mundo desde lo alto. Sofía no podía dejar de sonreír y agradecerle a La Hada del Circo por haber hecho realidad su sueño.
Desde ese momento en adelante, la Hada del Circo visitaba a Sofía con frecuencia y la niña siempre estaba feliz de verla. Pasaban horas jugando juntas y soñando con nuevas aventuras mágicas.
Una noche, la Hada del Circo le dijo a Sofía que tenía que irse a otro pueblo para hacer un espectáculo, pero que pronto volvería a visitarla. La niña se despidió de ella triste, pero sabía que algún día volvería a verla.
Pasaron los días y Sofía comenzó a extrañar a la Hada del Circo. A menudo, miraba por la ventana y buscaba su presencia. Una noche, mientras miraba a las estrellas, la niña vio una luz brillante en el cielo que se acercaba rápidamente. Después de un momento, se dio cuenta de que era la Hada del Circo y que llevaba consigo una sorpresa especial.
La Hada del Circo desplegó sus alas y se posó frente a Sofía. Le entregó un pequeño cofre de oro y le dijo que allí encontraría algo muy especial que la ayudaría a mantener siempre presente la magia del circo.
Sofía abrió el cofre y encontró una pequeña varita mágica, la misma que la Hada del Circo utilizaba en cada espectáculo. La niña estaba emocionada y comenzó a agitarla en el aire, creando destellos de luz y sonidos mágicos.
La Hada del Circo le indicó que, a partir de ese momento, ella sería la encargada de llevar la magia del circo dondequiera que fuera y que con su varita mágica, podría hacer realidad cualquier sueño que se propusiera.
Sofía se sintió muy feliz y compenetrada con su nueva misión. Se despidió llorando de la Hada del Circo, pero sabiendo que su magia siempre estaría con ella.
Los años pasaron y Sofía se convirtió en una adulta, pero nunca olvidó su amor por el circo y la magia que La Hada del Circo le había entregado. Siempre llevaba consigo la pequeña varita mágica en su bolso, y cuando se encontraba en momentos difíciles o tristes, la sacaba de allí y pedía un poco de ayuda divina.
Y ciertamente, la magia del circo nunca se desvaneció de la vida de Sofía. Siempre llevó una luz especial dentro de sí misma, y de alguna manera logró hacer sentir esa alegría mágica que tanto la enamoró de la Hada del Circo.
A partir de ese momento, cada vez que Sofía veía un circo, se sentía como una niña otra vez, y siempre recordaba la bondad y la generosidad de La Hada del Circo. Ya no importaba que fuera adulta, la chispa de la magia, la alegría y el amor siempre estarían presentes en su corazón.
Así, la magia del circo siguió viva en Sofía y en todas las personas que supieron recibir y sentir las enseñanzas de esa admirable y fascinante criatura, La Hada del Circo.