El Monstruo del Armario

Tiempo de lectura: 4 minutos

El Monstruo del Armario
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El Monstruo del Armario. Érase una vez un niño llamado Tomás que tenía miedo de dormir en su habitación. Siempre pensaba que había algo escondido en su armario, algo que lo asustaba en la oscuridad.

«¡No hay nada ahí!», le decían sus padres. «Solo cierra los ojos y trata de dormir».

Pero Tomás sabía que algo estaba mal. A menudo se despertaba en medio de la noche, sudando frío y temblando de miedo.

Una noche, decidió enfrentarse a su miedo. Decidió abrir el armario y demostrar a sus padres que tenía razón.

Con las manos temblorosas, abrió la puerta del armario y miró adentro. Al principio, todo parecía normal. Pero luego notó algo inusual en un rincón del armario.

Era una pequeña puerta, tan pequeña que apenas podía verla. Tomás sabía que nunca había visto esa puerta antes.

Con curiosidad, se acercó y la abrió. No podía creer lo que encontró.

Del otro lado de la puerta había un mundo completamente nuevo: oscuro, escalofriante y lleno de criaturas extrañas. No había nada parecido a lo que Tomás había visto antes.

Y en el centro del mundo, había un monstruo enorme y peludo. El monstruo estaba sentado en un trono hecho de huesos y escuchaba a una multitud de criaturas aterradoras que le informaban.

El monstruo se volvió hacia Tomás y sonrió maliciosamente.

«¡Hola, niño!», dijo el monstruo. «¿Por qué has venido a mi reino?»

Tomás estaba temblando de miedo, pero se sentía curioso. ¿Quién era este monstruo? ¿Cómo podía tener un reino detrás de su armario?

«Mis padres siempre me dijeron que no había nada detrás de mi armario», dijo Tomás. «Pero ahora veo que estaban equivocados».

El monstruo se rió.

«¡Oh, sí! Hay mucho detrás de los armarios, mucho más de lo que la gente común sabe».

Tomás no sabía cómo responder. Estaba asustado, pero al mismo tiempo quería saber más sobre este extraño mundo detrás de su armario.

El monstruo pareció notar su curiosidad.

«¿Te gustaría quedarte aquí y explorar mi reino?» preguntó.

Tomas se sorprendió por la oferta. ¿Realmente quería quedarse aquí, en este oscuro y siniestro lugar?

Pero luego miró hacia el mundo amistoso que había dejado y se preguntó, no sin un poco de arrepentimiento, si quizás esta nueva aventura pudiera valer la pena.

Después de un momento de vacilación, respondió.

«Sí, me gustaría quedarme».

El monstruo sonrió aún más maliciosamente y le ofreció la mano.

«Entonces, bienvenido a mi reino, pequeño Tomás».

Desde ese día, Tomás se quedó en el reino del monstruo. Aquí, aprendió mucho sobre mundos extraños y criaturas increíbles.

A menudo soñaba con su casa, su cama y su habitación, pero vivir en el reino del monstruo lo mantuvo siempre emocionado.

Eventualmente creció mayor y decidió que era hora de volver a casa. él sabía que este paso significaría dejar atrás el mundo extraño que se había convertido en su hogar, así como todo lo que había aprendido.

Además, lo dejaba con el penosísimo presentimiento de que sin su presencia, el reino del monstruo iba a mantenerse así como sin nadie para visualizarlo.

Pero debía hacerlo. Era hora de cerrar la puerta del armario y seguir adelante.

Cuando regresó a su habitación, se sintió extraño. Todo parecía normal. Ya sin embago, cada noche, antes de dormir, imaginaba al monstruo escuchándolo en su cama, sonriendo malignamente mientras lo observaba en cada detalle hasta caer rendido de sueño. Por eso, comenzó a escuchar una música suave y relajante para dormir, que lo hacía sentir seguro y tranquilo.

Finalmente, dejó de sentir miedo. Sabía que su imaginación lo había llevado a un lugar extraño y mágico, pero demasiado aterrador, y que era hora de dejarlo atrás.

Pero, curiosamente, no pudo evitar imaginar dónde se encondería el próximo reino, donde el próximo niño curioso y sin miedo, encontraría el mundo más allá de los armarios.

Y así, la historieta continúa.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Monstruo del Armario
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