La princesa y el bosque de los colores. Érase una vez en un reino muy lejano, en donde vivía una princesa muy especial. La princesa era muy curiosa y siempre se preguntaba acerca de cosas nuevas e interesantes.
Un día, la princesa fue a caminar por el bosque cercano a su castillo en busca de aventuras. Mientras caminaba, observó que los árboles del bosque eran diferentes a los que había visto antes. Eran de colores brillantes y muy vivos. La princesa estaba maravillada con la hermosura del bosque.
De repente, la princesa escuchó unos murmullos extraños. Se acercó para ver de qué se trataba y vio a unos pequeños duendes que estaban discutiendo. La princesa dejó de lado su curiosidad y en lugar de escuchar en secreto, se acercó y preguntó qué sucedía.
Los duendes se detuvieron y se sorprendieron al ver a la princesa. Le contaron que una malvada bruja había robado un cristal mágico que estaba en el centro del bosque. El cristal era el encargado de dar vida y color a todos los seres del bosque. Sin él, el bosque estaba desapareciendo poco a poco.
La princesa decidió ayudar y, con la ayuda de los duendes, comenzó la búsqueda del cristal mágico. Así, se aventuraron a través del bosque de los colores en busca del cristal. Caminaron y caminaron por horas, pero no encontraron nada que pudiera llevarlos al cristal.
Justo cuando la princesa estaba por darse por vencida, encontraron una pequeña casa de madera en medio del bosque. La princesa llamó a la puerta, pero no recibió respuesta. Entonces, decidió entrar para averiguar si alguien estaba allí.
Dentro de la casa, se encontraba una anciana amable y cariñosa. Cuando la princesa preguntó acerca del cristal mágico, la anciana le dijo que era una tarea muy difícil. Pero que ella tenía un objeto que podría ayudarla en su búsqueda.
La anciana le dio a la princesa un cuento de colores. Le dijo que leyera el cuento tres veces, después de eso, sucedería algo mágico. La princesa agradeció a la anciana y tomó el cuento. Se despidieron y la princesa y los duendes siguieron su camino.
En el camino, la princesa leyó el cuento tres veces y, para su sorpresa, un arco iris de colores apareció frente a ellos. El arco iris crecía y crecía, llegando al otro lado del bosque.
Entonces, la princesa y los duendes caminaron hacia el arco iris y lo cruzaron. Encontraron una cueva muy grande, parecida a un castillo. Allí encontraron a la malvada bruja, quien estaba allí para robar el cristal mágico.
La bruja no estaba sola, tenía a varios monstruos y criaturas extrañas dispuestas a protegerla. Pero la princesa no se rindió, luchó y venció a todos ellos. Finalmente, tuvo la oportunidad de recuperar el cristal mágico.
La princesa tomó el cristal mágico y corrió fuera de la cueva. Al salir, los colores del bosque regresaron al máximo esplendor. Los árboles brillaban y los animales del bosque estaban más vivos que nunca.
Los duendes y la princesa fueron recibidos con alegría y agradecimiento por todos los seres del bosque. La princesa se sintió feliz de haber ayudado a que el bosque de los colores fuera hermoso y vibrante de nuevo.
Desde entonces, comerciantes y viajeros venían a ver el bosque de los colores desde todos los rincones del reino y la princesa disfrutaba de sus caminatas más que nunca antes. También descubrió que, a veces, lo que se considera difícil o imposible, es más sencillo cuando se tiene amigos y se sigue una senda de bondad y justicia.
La princesa gracias a su coraje y determinación había recuperado el cristal mágico para el bosque de los colores y protegió a los animales del bosque de cualquier incursión o amenaza malintencionada. A partir de ese día, el bosque de los colores permaneció hermoso, brillante y lleno de vida por siempre jamás.