La casa del horror eterno

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La casa del horror eterno
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La casa del horror eterno. Érase una vez, en un pequeño pueblo cerca de la montaña, vivía una niña llamada Sofía. Era una niña muy curiosa y aventurera, siempre quería descubrir cosas nuevas y emocionantes. Una tarde, mientras paseaba por el bosque con sus amigos, escuchó un extraño rumor sobre una casa de terror eterno que se encontraba en lo alto de la montaña.

El rumor decía que nadie que había intentado entrar en esa casa había sobrevivido para contarlo. Sofía, intrigada por esta historia, decidió que tenía que comprobar por sí misma si todo lo que se decía era cierto.

Al anochecer, cuando sus padres se durmieron, se vistió con su traje de exploradora, agarró su linterna y comenzó su peligrosa misión. A lo lejos en la montaña, comenzó a ver una pequeña casa abandonada, rodeada de árboles frondosos y oscuros. Sus amigos no querían seguirla, pero Sofia sabía que no podía dar marcha atrás.

Cuando llegó a la casa, se dio cuenta de que era como todas las demás, con ventanas rotas y pintura desgastada. Al principio, pensó que el rumor era falso, pero cuando intentó entrar por la puerta, se encontró con una extraña sensación de miedo.

La puerta estaba cerrada, pero Sofía encontró una llave en el suelo y decidió usarla para abrir la puerta. Al entrar, un frío aterrador la envolvió, el aire se volvió denso y espeso y un olor a podrido invadió sus pulmones. Sin embargo, Sofia no se dejó llevar por el miedo, y en su lugar, recordó que debía explorar cada rincón de la casa.

La luz de su linterna iluminó una larga escalera que se quemaba anticuada, crujiente y peligrosa. Sin pensarlo, comenzó a subir muy despacio, cada paso que daba resonaba en la casa como si se tratara de un terremoto. Cuando llegó al final de la escalera, vio una puerta grande y misteriosa cerrada con una cadena de metal.

Sofía no pudo desatar la cadena y eso hizo que sintiera cada vez más miedo. Sin embargo, no se rindió y buscó otra manera de entrar. A su alrededor, encontró un botón escondido y lo presionó sin saber lo que activaba.

De repente, la cadena comenzó a vibrar y se abrió la puerta. El sonido fue ensordecedor y Sofía tembló de miedo. Pero a pesar de todo, decidió seguir adelante. Y cuando atravesó la puerta, descubrió que aún no había llegado al infierno, sino a algo mucho peor.

Frente a ella había una habitación grande y oscura llena de estatuas, que no parpadeaban ni tenían rasgos humanos. Sofía se acercó a una de esas estatuas y descubrió que era un ser humano petrificado por el tiempo.

Sofía se asustó aún más, pero no podía dejar de moverse, poco a poco llegó a una pequeña esfera dorada en un pedestal en la esquina de la habitación. La esfera estaba grabada con una figura de dragón, y Sofía sabía que esto debía ser el tesoro que estaba buscando. La esfera estaba llena de poder, de magia, y Sofía se dio cuenta de que la casa estaba en peligro.

Después de tener la esfera en sus manos, decidió irse, corrió lo más rápido que pudo. Pero cuando llegó a casa, se dio cuenta de que algo había cambiado por completo. La esfera había liberado la casa de su horror eterno, y ahora estaba llena de vida y alegría.

Sofía nunca olvidará esa extraña aventura, que le enseñó que el valor y la curiosidad siempre pueden enfrentar nuestros mayores miedos. Desde ese día, cada vez que alguien le habla de miedos y temores, piensa que siempre hay una solución y una forma de enfrentarlos. Lo más importante siempre es enfrentarlos con valor y valor.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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