La casa del abismo de las pesadillas

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La casa del abismo de las pesadillas
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La casa del abismo de las pesadillas. Érase una vez una pequeña niña llamada Sofia, que vivía en una hermosa casa en el campo con su familia. Ella era una niña muy feliz y divertida, le encantaba jugar al aire libre y correr por el jardín. Sin embargo, había una cosa que siempre la hacía temblar de miedo: la casa del abismo de las pesadillas.

La casa del abismo de las pesadillas era una vieja casa que se encontraba en el bosque, justo al otro lado del camino de la casa de Sofia. Nadie sabía quién vivía allí, pero todos temían que fuera un monstruo horrible que solo salía de noche para atacar a los niños que se acercaban demasiado.

Sofia solía pasar por la casa del abismo de las pesadillas en su camino hacia la escuela todas las mañanas, y siempre se aseguraba de mantenerse lejos de ella. Pero nunca pudo evitar sentir un escalofrío en la columna vertebral cada vez que la veía.

Un día, mientras caminaba por el camino hacia su casa después de la escuela, Sofia se dio cuenta de que estaba oscureciendo rápidamente. De repente, se dio cuenta de que se había perdido y no sabía cómo volver a casa. Se puso muy nerviosa y comenzó a temblar.

Miró a su alrededor buscando ayuda, pero lo único que vio fue la casa del abismo de las pesadillas allí, a lo lejos en la oscuridad. La casa estaba cubierta de niebla y parecía que estaba moviéndose.

Sofia empezó a caminar hacia la casa, con mucho miedo, pero sin tener otra opción, hasta que llegó a la puerta. Era una puerta enorme, de madera muy antigua, que estaba cubierta de una fina capa de polvo.

Sofia vaciló por un momento, pero luego decidió llamar a la puerta. Para su sorpresa, la puerta se abrió y un hombre mayor con una barba blanca y larga apareció en el umbral.

– ¿Hola? – preguntó Sofia tímidamente – Estoy perdida, ¿puede ayudarme?.

El abuelo, muy amablemente, le preguntó el nombre y le ofreció entrar y esperar la llegada de su familia allí.

Mientras tanto, el abuelo ayudó a Sofia a preparar una taza de té caliente y unos deliciosos sándwiches de jamón y queso, mientras intercambiaban algunas anécdotas de la vida. Sofia se sintió muy cómoda con el abuelo, quien resultó ser muy amable y simpático, y ella misma le contó sus miedos sobre la casa del abismo de las pesadillas.

El abuelo le dijo que él también sentía miedo al principio, pero que había encontrado la manera de superar su miedo y de hacer que la casa del abismo de las pesadillas dejara de ser un lugar tenebroso y peligroso.

– Mira – dijo el abuelo mostrando una luz azul que tenía en su mano – esta luz vence a cualquier demonio o monstruo maldito que pueda estar escondido en la casa, ¿quieres probarla?

Sofia aceptó y tomó la luz. En un momento, se sintió como si todo su miedo y ansiedad desaparecieran. El abuelo le explicó que la luz era su mejor arma contra todo lo malo, capaz de iluminar las sombras más oscuras y hacerlas desaparecer.

Sofia se dio cuenta de que el abuelo tenía razón. No había nada mágico ni espeluznante en la casa del abismo de las pesadillas, solo se trataba de un hogar cualquiera, al que le faltaba el amor y los cuidados de los que una casa necesita.

Después de compartir un rato agradable con el abuelo, Sofia regresó a casa, sintiéndose más valiente que nunca. Ya no tenía miedo de caminar por el camino a casa, ni de la casa del abismo de las pesadillas. Sabía que la luz del abuelo estaba allí para protegerla siempre.

Desde ese día, cada vez que pasaba por la casa del abismo de las pesadillas, Sofia hacía brillar su luz y, poco a poco, más personas se unieron a ella, iluminando las sombras con sus propias luces. Eventualmente, la casa del abismo de las pesadillas se convirtió en un lugar de alegría y felicidad, y muchos visitantes acudían allí para ver la hermosa e iluminada casa, que se había convertido en el hogar más cálido del bosque.

Desde aquel día, Sofia nunca volvió a tener miedo de la oscuridad, de los monstruos o de los abismos de la noche. Y siempre recordará con cariño aquella casa, que la enseñó que las cosas no son como parecen a primera vista y que nunca hay que juzgar a una casa, ni a cualquier cosa, por su apariencia.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La casa del abismo de las pesadillas
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