La casa del bosque de la brujería. Érase una vez, en lo más profundo del bosque, se encontraba la Casa de la Brujería. Era una pequeña cabaña de madera, rodeada de árboles y arbustos de tonos verdes y marrones. La cabaña estaba habitada por la bruja más poderosa de todo el bosque, la Bruja Sabrina.
Sabrina pasaba la mayor parte de su tiempo preparando sus hechizos en su caldera, rodeada de libros de conjuros y fórmulas mágicas. Pero, a pesar de su habilidad en la magia, la Bruja Sabrina era muy solitaria y triste. Había pasado tanto tiempo sola que ya ni siquiera recordaba cómo era tener amigos o familiares a su alrededor.
Un día, mientras Sabrina estaba recolectando setas en el bosque, escuchó un sonido muy extraño. Era un sonido alegre y vivaz que provenía de lo profundo del bosque. Sabrina no podía creer lo que estaba oyendo, ya que nunca había escuchado algo así antes. Con curiosidad, comenzó a caminar hacia la fuente del sonido.
Al llegar al lugar de donde venía el sonido, Sabrina encontró a un grupo de animales bailando en un claro en el bosque. Había conejos, ardillas, zorros y pájaros, todos moviéndose al son de la música del violín que estaba tocando un pequeño ratón.
La Bruja Sabrina se sorprendió tanto al ver el tocadiscos que olvidó momentáneamente que no le gustaba la compañía en su casa. Pero pronto recordó su necesidad de soledad y se escondió detrás de un arbusto para observar a los animales. De repente, un sapo se tambaleó y cayó de la espalda del zorro que lo estaba sujetando.
Viendo al sapo caer al suelo, Sabrina instintivamente se apresuró a ayudar al pobre animal. Los demás animales no tardaron en percatarse de su presencia y se detuvieron de inmediato, mirándola con unos ojos grandes y curiosos. A pesar de su sorpresa, Sabrina intentó mantener la calma y dejar que los animales siguieran con su baile.
De repente, el ratón que tocaba el violín se acercó a Sabrina y le preguntó con amabilidad:
– ¿Te gustaría unírte a nosotros en nuestro baile?
Sabrina era muy tímida y nunca había bailado antes, pero decidió aceptar la oferta y unirse al baile. A medida que se movía al son de la música, Sabrina comenzó a relajarse y a disfrutar del momento. Los animales se alegraron al ver que la Bruja Sabrina estaba dejando a un lado su soledad y disfrutando del baile con ellos.
Después de compartir la tarde con los animales, Sabrina regresó a su cabaña con una sensación de felicidad y calidez que nunca antes había experimentado en su vida. Aprovechando esa felicidad, decidió compartir su magia con los animales del bosque y comenzó a crear pociones y hechizos que pudieran ayudarlos en su vida diaria.
Desde entonces, la Bruja Sabrina se convirtió en la protectora de los animales del bosque. Los animales la visitaban con frecuencia y su cabaña se convirtió en el centro de la actividad en el bosque. Sabrina ya no estaba sola y triste ya que había encontrado su familia en los animales del bosque.
Y así, la Casa de la Brujería se convirtió en un lugar lleno de alegría y diversión para todos los habitantes del bosque. Y todos los días, podía escucharse el sonido del violín de el ratón y la risa de los demás habitantes mientras disfrutaban la compañía de la Bruja Sabrina. Por fin, la soledad se fue para siempre. Fin.