La casa del cementerio del más allá. Érase una vez, en un pequeño pueblo alejado de la ciudad, una casa muy extraña y un tanto terrorífica llamada La casa del cementerio del más allá. Nadie sabía quién la había construido, cuánto tiempo llevaba allí o si estaba habitada por alguien. Simplemente, se sabía que si alguien se atrevía a acercarse demasiado, las puertas se cerraban de golpe y la noche se hacía aún más oscura.
Elena, una niña de 8 años, vivía en una casita del pueblo junto a sus padres. Ella siempre había sentido curiosidad por esa misteriosa casa y le encantaba inventar historias sobre lo que podría haber en su interior.
Un día, Elena decidió que quería explorar La casa del cementerio del más allá. Esperó a que sus padres se durmieran y se escapó de su casa en busca de aventuras.
Al acercarse a la casa, las puertas se abrieron repentinamente. Elena intentó retroceder, pero la curiosidad era más fuerte y decidió entrar.
La casa estaba vacía. Pero no había muebles ni decoración, sino más bien una oscuridad profunda e inquietante en cada una de sus habitaciones. De repente, Elena escuchó un murmullo que venía desde la parte trasera de la casa.
Ella caminó lentamente hacia la fuente del sonido y se asomó por una puerta abierta. Su sorpresa fue inmensa al ver un pequeño zorro herido en el suelo. Elena se acercó con cuidado y comenzó a examinar las heridas del animal.
De repente, escuchó ruidos que venían de afuera. Era su mamá llamándola y preguntándole donde estaba. Elena decidió que no podía quedarse a ayudar al zorro y se escapó de la casa rápidamente.
A la mañana siguiente, Elena se dirigió a la casa del cementerio del más allá de nuevo, pero esta vez llevaba vendas y medicinas para el zorro. Cuando llegó a la habitación, el animal estaba dormido. Elena comenzó a curar sus heridas con cuidado, pero justo cuando estaba terminando, el zorro saltó y salió corriendo de la casa.
Elena lo siguió, pero al salir al jardín trasero, se encontró con una puerta que no había visto la noche anterior. Cuando abrió la puerta, se encontró con un jardín hermoso y amplio lleno de flores de diversos colores y tamaños.
De repente, un hombre de edad avanzada se acercó a ella sonriendo. «Hola, pequeña. ¿Qué estás haciendo aquí?», preguntó amablemente.
Elena explicó que había encontrado al zorro herido y que estaba tratando de ayudarlo.
El hombre se presentó como el dueño de La casa del cementerio del más allá y le explicó que su casa había sido malentendida durante muchos años. La casa había sido construida por su padre como un jardín secreto lleno de plantas y flores para su madre espiritualmente conectada con la naturaleza.
El hombre le mostró a Elena todo el jardín y le contó historias sobre su familia y las flores que crecían allí. Elena se dio cuenta de que había juzgado la casa demasiado rápido y se sintió avergonzada. El hombre no solo la invitó a regresar, sino que también le permitió llevar a todos sus amigos a visitar el jardín secreto.
Elena nunca volvió a tener miedo de La casa del cementerio del más allá. En su lugar, se convirtió en un lugar especial y mágico lleno de belleza y amor. Y cada vez que alguien hizo una pregunta sobre La casa del cementerio del más allá, ella respondió con una sonrisa, «Es un lugar asombroso lleno de jardines y flores mágicas».