Los ositos y la sorpresa del huevo mágico. Érase una vez, en un hermoso bosque rodeado de montañas, vivían tres ositos. Se llamaban Osito Azul, Osito Rosa y Osito Amarillo. Vivían felices en una pequeña cabaña en medio del bosque y disfrutaban jugando y explorando todo lo que les rodeaba. Un día, mientras jugaban a la rayuela, se dieron cuenta de que algo había caído del cielo y había hecho un pequeño agujero en el jardín.
Mientras se acercaban con curiosidad, notaron que la caída había sido un huevo pequeño y brillante que parecía tener vida propia. Los ositos se emocionaron al instante, quisieron conocer al dueño del huevo mágico y ver qué clase de sorpresa les esperaba dentro.
Los tres ositos intentaron abrir el huevo, pero era tan duro como una piedra y no lograban hacer ni un solo rasguño. Después de intentarlo durante media hora sin éxito, los ositos se dieron cuenta de que necesitaban ayuda o tal vez, algo más fuerte que ellos para romper el huevo. Decidieron entonces ir en busca de la sabia abuela de Osito Amarillo, ella siempre sabía cómo solucionar cualquier problema.
Cuando llegaron a casa de la abuela, les contaron todo lo que había sucedido. Le explicaron cómo habían encontrado ese huevo mágico y cómo intentaron abrirlo, pero sus intentos fallidos.
La abuela sonrió y les dijo: «Ositos, este huevo es mágico, solo hay una forma de abrirlo. Necesitan encontrar la llave para abrir este huevo mágico». Los ositos, sin saber a qué se refería la abuela, comenzaron a buscar una llave por toda la casa. Revisaron cajones, armarios y debajo de las mesas, pero no encontraron nada que pareciera ser una llave para abrir un huevo mágico.
Perplejos, volvieron a la abuela y le preguntaron: «Abuela, ¿dónde podemos encontrar la llave para abrir este huevo mágico? ¿Cómo podemos hacerlo?»
La abuela los miró con ternura y les dijo: «La llave que buscas no está en la casa, está en tu imaginación. Tienen que imaginar la llave más hermosa que puedan, con colores brillantes y divertidos. Una llave que haga que tu corazón se llene de alegría. Cada uno debe imaginar su propia llave».
Así que los ositos cerraron los ojos y comenzaron a imaginar las llaves más hermosas que pudieran, con todas las formas, colores y detalles que se les pudieron ocurrir. Después de unos minutos, abrieron los ojos y se encontraron sosteniendo las llaves de sus sueños.
Osito Azul sostenía la llave más grande que jamás hubieran visto, con diamantes hermosos, brillantes y coloridos en ella. Osito Rosa tenía una llave rosa con corazoncitos brillantes y espirales en ella. Osito Amarillo tenía una llave con forma de abeja, para que siempre recordara su amor por los insectos. Cada llave representaba algo especial para cada osito.
Con las llaves en la mano, los ositos corrieron hacia su cabaña para intentar abrir el huevo de nuevo. Cuando pusieron la llave en el agujero, el huevo comenzó a vibrar, y finalmente se rompió en pedazos.
¡Sorpresa! De dentro del huevo salió un pequeño conejito blanco con orejas rosadas, que les miraba con ojos brillantes. Los ositos no podían creer la sorpresa que les había regalado el huevo mágico. El conejito saltó hacia los ositos y comenzó a lamer sus mejillas y a jugar con ellos.
Los ositos se rieron y jugaron con el conejito durante horas. Se dieron cuenta de que la llave que imaginaron estaba dentro de ellos, y podían lograr cualquier cosa si podían visualizarla y creer en ella.
A partir de ese día, cuando los ositos querían hacer algo que parecía difícil, se cerraban los ojos y pensaban en la llave de sus sueños. Sabían que si imaginaban con mucha fuerza, podían lograr cualquier cosa que quisieran.
Así que, la lección que aprendieron fue que la imaginación y la creencia en uno mismo son las claves para abrir cualquier huevo mágico. Y a partir de ese día, los ositos supieron que nunca volverían a subestimarse o dudar de sí mismos, porque la llave para alcanzar sus sueños estaba dentro de ellos mismos.