Los ositos y la diversión en la nieve. Érase una vez en el bosque, un grupo de ositos que se emocionaban cada vez que veían la nieve caer del cielo. Adoraban correr en la nieve, lanzarse bolas de nieve y disfrutar de todo lo que la nieve les ofrecía.
Un día, los ositos decidieron hacer algo diferente. Querían construir un muñeco de nieve gigante, uno que estuviera más alto que el árbol más alto del bosque. Pero no sabían cómo empezar. Uno de los ositos más listos tuvo una idea: “Busquemos ramitas para los brazos y la nariz, piedras para los ojos y una zanahoria para la nariz”. Todos los ositos asintieron animados al escuchar su plan.
Los ositos buscaron piedras por todas partes y encontraron ramitas preciosas para los brazos del muñeco. Pero no había zanahorias a la vista. ¿Dónde podrían encontrar una zanahoria en medio de la nieve? Sabían que necesitaban una zanahoria para darle vida verdadera a su muñeco de nieve.
Justo cuando todos los ositos empezaban a desanimarse por la falta de una zanahoria, el osito más pequeño del grupo, un osito muy curioso, tuvo una idea. “Tal vez la abuela osa tenga una zanahoria que puedan usar”. Todos los ositos gritaron al unísono: “¡Brillante! ¡Vamos a la casa de la abuela osa!”
Se pusieron manos a la obra para encontrar el camino hacia la casa de la abuela osa. Después de mucho caminar, finalmente llegaron a la casa de la abuela osa. Allí la abuela los recibió con una sonrisa. “Hola, pequeños ositos. ¿Estáis buscando algo en particular?”, preguntó la abuela osa.
Los ositos saltaron de emoción mientras explicaban su plan para construir un muñeco de nieve gigante. Después de escuchar su historia, la abuela osa se rió y les entregó una zanahoria. «¡Aquí la tienen! Espero que les sirva para su muñeco de nieve.», dijo la abuela osa.
Los ositos agradecieron a la abuela osa y se dirigieron nuevamente hacia el bosque para construir su muñeco de nieve gigante. Cuando llegaron al lugar donde pensaban construirlo, hicieron una bola de nieve para la base. Luego hicieron otra bola de nieve para el cuerpo y la colocaron encima de la base. Después de eso, hicieron una cabeza con la última bola de nieve y colocaron la zanahoria para la nariz, las piedras para los ojos y las ramitas para los brazos.
Cuando finalmente terminaron de construirlo, los ositos retrocedieron para admirar su obra. ¡El muñeco de nieve era gigante y parecía tan real que podrías hablar con él! Estaban muy emocionados con su obra maestra y no podían esperar para mostrárselo a sus amigos animales del bosque. Los pájaros, zorros, ciervos y conejos corrieron al ver el muñeco de nieve, se reunieron alrededor y empezaron a tomar fotos, admirados por la impresionante obra de arte de los ositos.
Después de un largo día de jugar con bolas de nieve y hacer un muñeco de nieve gigante, los ositos regresaron a casa cansados y felices. Se sintieron orgullosos de lo que habían hecho juntos y estaban emocionados por el siguiente día de aventuras.
A la mañana siguiente, los ositos se reunieron en el mismo lugar donde habían construido el muñeco de nieve. Por desgracia, nada quedaba del muñeco de nieve. Había desaparecido completamente sin dejar rastro. Los ositos no podían creer lo que estaban viendo, habían trabajado tan duro en él y ahora se había desvanecido como si nunca hubiera existido.
De repente, uno de los ositos notó algo. Era raro, porque algo estaba al lado del árbol más alto del bosque. Se froto los ojos con sorpresa y llamó a sus amigos. ¡Era el muñeco de nieve! Había vuelto. Esta vez, era incluso más grande que antes y tenía un sombrero para el frío.
Los ositos corrieron hacia el muñeco de nieve para abrazarlo. Fueron abrazados y juntos, corrieron alrededor del muñeco de nieve gigante, admirándolo por segunda vez. El muñeco de nieve gigante se había convertido en el mejor amigo de los ositos y los animales del bosque. Se hicieron muchas fotos juntos y jugaron con él hasta que el sol se puso.
Desde ese día en adelante, cada vez que los ositos recordaban su muñeco de nieve gigante, siempre recordaban lo importante que es la amistad y la colaboración. Los ositos habían trabajado juntos para crear una obra maestra y habían aprendido que incluso lo más grande y más impresionante no siempre dura para siempre. Pero lo importante es haberlo disfrutado al máximo mientras estuvo allí.