Los osos y la búsqueda del tesoro en la cueva. Érase una vez en el bosque vivían tres osos llamados Bruno, Gastón y Leonor. Ellos eran amigos desde que eran pequeños, y siempre hacían todo juntos. Un día, mientras paseaban por el bosque, encontraron una vieja carta que les hablaba de un tesoro escondido en una cueva de la montaña.
Los tres osos se emocionaron al leer la carta y decidieron que debían encontrar el tesoro juntos. Así que comenzaron a planear la expedición para llegar a la cueva donde se encontraba el tesoro.
Bruno, Gastón y Leonor sabían que la montaña era peligrosa, por lo que necesitaban un mapa y una brújula para encontrar la cueva. Buscaron en el bosque y finalmente encontraron un mapa y una brújula viejos, que podrían ayudarlos en la búsqueda del tesoro.
Después de estudiar el mapa, los tres osos decidieron que debían ir en una dirección determinada para llegar a la cueva. Así que iniciaron la búsqueda del tesoro en la cueva.
Caminaron durante días bajo el sol caliente y, finalmente, llegaron a la entrada de la cueva. La entrada estaba llena de piedras y no les permitía continuar. Entonces, los tres osos trabajaron juntos para despejar el camino y finalmente entraron en la cueva.
La cueva estaba oscura y había un fuerte viento que soplaba a través de ella. Los osos avanzaron con cuidado, evitando las estalactitas y las estalagmitas que colgaban del techo y se levantaban desde el suelo. Intentaban avanzar rápidamente pero no podían moverse muy rápido debido a lo oscuro y peligroso que resultaba el camino.
Finalmente, encontraron una serie de criptogramas que les llevarían a donde estaba el tesoro. Tenían que resolverlos para llegar al lugar donde estaba el antiguo botín que tanto se hablaban en la carta. Estuvieron mucho tiempo revisando y descifrando los criptogramas, hasta que finalmente encontraron todas las soluciones.
Avanzaron hacia donde estaba el tesoro, con mucho cuidado, para asegurarse de no pisar ninguna trampa que pudiese haber sido colocada allí. No fue fácil, pero finalmente lograron llegar.
Cuando llegaron al tesoro, los osos se sorprendieron por cómo era. No había monedas de oro, ni diamantes, ni joyas costosas. En su lugar, encontraron un gran cofre en el que habían muchos libros y cuadernos antiguos llenos de dibujos, cuentos y poesías escritos por los antepasados de los osos.
Aunque los osos se sorprendieron por lo que encontraron, no pudieron evitar sentir un gran orgullo por sus ancestros. Sabían que esos libros y cuadernos eran un tesoro invaluable debido a que contenían la riqueza de la creatividad y talentos de sus antepasados.
Los tres osos decidieron compartir el tesoro entre sus amigos y su familia. A partir de ese momento, se esforzaron en transmitir ese amor por la lectura y la escritura a las futuras generaciones de osos. Dicen que, gracias a la expedición que realizaron mientras buscaban el tesoro, la pasión por la escritura y la lectura fue uno de los más grandes legados que dejaron los antepasados de los osos.
Finalmente, después de tanto caminar, descifrar y compartir, los tres osos se sentaron a descansar. Se prometieron cuidar el tesoro encontrado y valorarlo por siempre. Y, desde ese día, la cueva se convirtió en un lugar sagrado donde los osos de la familia acudían a leer y crear historias, recordando siempre la historia de la búsqueda del tesoro que les había dejado el gran obsequio y riqueza.