Los ositos y la búsqueda del tesoro del faraón. Érase una vez en una gran selva llena de animales, vivían dos ositos hermanos. Su nombre era Tito y Tita. Eran valientes y aventureros. Un día, mientras caminaban por la selva, encontraron un mapa antiguo. Tito, el más listo de los dos, se dio cuenta de que era un mapa del tesoro.
—¡Mira, Tita! Este es un mapa del tesoro del faraón. ¿Te imaginas todo lo que podemos hacer si encontramos este tesoro? – dijo Tito emocionado.
—¡Qué emocionante, Tito! – dijo Tita alegremente-. ¿Pero cómo sabremos adónde ir?
Tito miró atentamente el mapa, estudiándolo cuidadosamente. Había marcado varios lugares importantes en el mapa, pero no estaba seguro de cuál era el lugar correcto. Sin embargo, Tito tenía una idea.
—Debemos preguntar a los demás animales de la selva. Ellos conocen la selva y saben mucho más de lo que nosotros podemos imaginar –dijo Tito.
Así, Tito y Tita comenzaron a preguntar a todos los animales de la selva. Hablaron con el pájaro de colores, la serpiente que sabía trepar, el jabalí grande y fuerte, la rana verde y saltarina y el águila de alas doradas. Todos los animales estaban interesados en encontrar el tesoro del faraón y se ofrecieron a ayudarlos.
—Les puedo decir que he visto algo parecido en unas rocas cerca de mi guarida –dijo la serpiente que sabía trepar.
—Yo he oído un eco extraño al lado de una cascada –dijo el pájaro de colores.
Después de escuchar las diferentes opiniones de los animales, Tito y Tita decidieron que la pista más interesante era la de la serpiente que sabía trepar.
Los ositos y la serpiente que sabía trepar comenzaron la búsqueda.
Primero treparon por una montaña difícil y rocosa. Tito y Tita se ayudaban entre ellos para trepar y la serpiente, ágil y fuerte, lideraba el camino. Después de un rato llegaron a una cueva.
—Este lugar parece misterioso –dijo Tita con un poco de miedo.
—No te preocupes, Tita. La serpiente que sabía trepar nos guiará –dijo Tito.
De repente, escucharon un sonido metálico y la tierra empezó a temblar. Corrieron hacia una pared cerca y descubrieron un pasadizo secreto que llevaba a una cámara escondida.
—¡Aquí está! – gritó Tita emocionada.
En el centro de la cámara estaba una caja dorada con un símbolo egipcio antiguo en la tapa.
—Esto es maravilloso –dijo la serpiente que sabía trepar, pero observando con precaución- ¿Están seguros de que esto es seguro?’
—No lo sé, serpiente –respondió Tito- pero no podemos dejar pasar la oportunidad.
Tito, Tita y la serpiente abrieron cuidadosamente la caja dorada. Dentro había un pergamino con una inscripción antigua.
—Esto es una especie de cripta –dijo Tito-, y la inscripción dice que hay un tesoro aún más grande en otra parte.
Los tres amigos decidieron seguir las pistas del pergamino y continuar su búsqueda en otro lugar de la selva.
Con el tesoro escondido en la caja, los tres amigos regresaron a la selva. Todos los animales reconocieron el tesoro y lo celebraron con una gran fiesta. Las historias de los ositos y la serpiente que sabía trepar se convirtieron en leyenda y las instrucciones de la caja dorada fueron transmitidas a lo largo de los años.
Los ositos, Tito y Tita, sintieron una gran felicidad al haber encontrado el tesoro del faraón y al haberse convertido en leyenda.
Desde ese día, todos los animales de la selva sabían que si necesitaban ayuda en cualquier búsqueda o aventura, podían contar con los valientes y aventureros ositos, Tito y Tita.