Los osos y la carrera de autos locos. Érase una vez, en un bosque habitado por osos de todos los tamaños y colores, se anunció una carrera de autos locos que tendría lugar en la pradera cercana. Todos los habitantes del bosque estaban emocionados, pero ningún oso sabía cómo conducir un auto. Así que, para poder participar en la carrera, los osos idearon un plan.
Todos se reunieron alrededor del viejo árbol sabio del bosque, quien siempre tenía soluciones para cualquier problema. Le preguntaron si tenía alguna idea para poder competir en la carrera de autos locos.
El árbol sabio pensó durante un rato y finalmente propuso algo. Les dijo que podrían construir sus propios autos con materiales del bosque. Los osos se emocionaron ante la idea, pero no sabían por dónde empezar.
Entonces, el árbol les dijo que los osos más grandes y fuertes podrían recolectar ramas y hojas, mientras que los osos más pequeños y ágiles podrían subirse a los árboles y recoger frutos y nueces, junto con las aves del bosque. Para las ruedas, podrían usar grandes piedras rodantes, que podrían ser talladas por los osos más hábiles.
Los osos trabajaron duro y con entusiasmo. La pradera se llenó de osos construyendo sus autos locos con todo tipo de materiales, desde barriles de madera hasta hojas de helecho. Finalmente, el día de la carrera llegó.
Los osos estaban nerviosos y emocionados al mismo tiempo, a medida que se acercaban a la línea de salida en sus coches locos improvisados. Algunos de los autos eran grandes y llamativos, mientras que otros eran pequeños y rápidos como un relámpago.
Además de los osos, muchos otros animales del bosque se reunieron alrededor de la pista para ver la carrera. Había erizos, conejos, mofetas, zorros y ratones, todos animando a los osos mientras hacían rugir sus motores.
La cuenta regresiva comenzó, «3, 2, 1… ¡Adelante!» gritó el árbol sabio, y empezaron a rugir los motores de los coches locos.
El suelo tembló con el ruido de los coches, mientras los osos intentaban mantener sus autos en la pista y acelerar en las curvas. Los espectadores animaban a los osos y les hacían señas con sus patitas, mientras los coches locos saltaban por los baches y chocaban contra los árboles.
Al principio, algunos de los osos tuvieron problemas para mantenerse en la pista, pero luego de un rato, empezaron a encontrar el equilibrio y la velocidad. Uno de los osos más grandes, conduciendo un auto construido con un barril de madera, iba a la cabeza. Pero detrás de él había un oso pequeño, manejando un auto hecho de hojas de helecho, que también estaba en la carrera.
El auto del oso grande se tambaleó al tomar una curva y el pequeño oso de las hojas de helecho lo sobrepasó. El público se volvió loco, animando al pequeño pero rápido auto. A medida que la carrera avanzaba, el pequeño oso continuaba liderando.
Sin embargo, el oso grande no se rindió. Después de poner su coche en línea, el auto grande empezó a acelerar y se puso en paralelo con el auto pequeño. Y de repente, ¡BOOM!, los dos autos chocaron y volaron por el aire, chocando contra el suelo.
La multitud se quedó en silencio mientras los osos se levantaban del suelo, desarmando los restos de sus coches. Los animales miraron con preocupación, esperando ver si algo malo había pasado.
Pero para su alegría, ambos osos se levantaron, sonriendo y felicitándose por la carrera. Y a pesar de que ambos coches quedaron destruidos, todo el mundo estaba feliz porque nadie resultó herido.
Al final, el pequeño auto construido con hojas de helecho había ganado la carrera, pero lo más importante era el espíritu de competencia y el compañerismo entre los osos. Habían trabajado juntos, se habían ayudado mutuamente, habían construido coches locos y habían corrido juntos en la carrera. ¡Incluso los otros animales del bosque habían aprendido una gran lección sobre el valor del trabajo en equipo!
La pradera se llenó de risas y celebraciones, mientras los osos y los otros animales comían miel y bayas bajo el sol de la tarde. Grace y Bobby, dos ositos pequeños, escucharon la historia de la carrera de los coches locos y se prometieron a sí mismos que algún día participarían en esa carrera.
Desde entonces, en el bosque de los osos, las carreras de coches locos se convirtieron en una competencia anual, y los osos trabajaban juntos para construir los mejores coches. Y aunque a veces el espíritu de la competencia se desbordaba un poco, nunca olvidarían la lección de trabajo en equipo y compañerismo que aprendieron aquella primera vez.