El conejo de la luna

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El conejo de la luna
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El conejo de la luna. Érase una vez, en el cielo nocturno, un conejo que vivía en la Luna. Su pelaje era blanco y suave, y tenía unos hermosos ojos grandes y brillantes que iluminaban la oscuridad del espacio. El conejo de la Luna era un ser especial, que cuidaba la noche y velaba por el sueño de cada ser vivo en la Tierra.

El conejo tenía un espejo mágico, que le permitía observar todo lo que sucedía en el mundo. Miraba con atención cómo los pájaros volaban a sus nidos, cómo los animales se acurrucaban en sus refugios y cómo los seres humanos dormían plácidamente en sus camas.

Un día, mientras miraba su espejo, el conejo de la Luna se dio cuenta de que había un niño llamado Marcos que no podía dormir. El pequeño estaba preocupado por un examen que tendría en la escuela al día siguiente y no podía dejar de pensar en todas las respuestas que debía memorizar.

El conejo de la Luna decidió entonces ayudar al niño. Saltó de su hogar en la Luna y bajó a la Tierra, donde se encontró con Marcos. Él se quedó impresionado de ver a un conejo tan especial y le preguntó:

– ¿Quién eres tú? ¿Eres un conejo mágico?

– Sí, soy el conejo de la Luna, vine aquí para ayudarte.

Marcos estaba tan sorprendido que no estaba seguro de lo que estaba sucediendo. Pero el conejo lo tranquilizó y le dijo:

– Estoy aquí para ayudarte a dormir. Sé que estás preocupado por el examen, pero no debes olvidar que el descanso es muy importante para tu cuerpo y tu mente.

Le entregó entonces algo especial que le ayudaría a dormir: una estrella mágica. Se trataba de una estrella brillante, muy pequeña y suave al tacto.

– Esta estrella te protegerá durante la noche y te transmitirá tranquilidad, así dormirás profundamente hasta el amanecer.

Marcos cogió la estrella entre sus manos y se sorprendió al sentir cómo se aceleraba su ritmo cardíaco. El conejo de la Luna le explicó entonces que eso era normal, que la estrella le estaba dando energía positiva.

– No corras, pequeño amigo -le dijo el conejo-. Recuerda que debes dormir para estar descansado y poder resolver el examen.

Marcos cerró los ojos, respiró profundamente y dejó que la estrella mágica lo ayudara a dormir. Al principio se sentía un poco nervioso, pero pronto se relajó y se quedó profundamente dormido, sintiendo la protección de la estrella en su piel.

El conejo de la Luna se quedó a su lado durante toda la noche, vigilando su sueño y asegurándose de que su estrella mágica lo protegiera. Cuando se despertó al amanecer, Marcos se sintió tan fresco y descansado que se sorprendió. Había dormido profundamente, sin interrupciones ni pesadillas.

– ¡Oh, conejo de la Luna! -le dijo Marcos, sintiendo gratitud por el hermoso regalo-. Muchas gracias por ayudarme a dormir. No sé cómo agradecerte.

– No tienes que agradecerme -le respondió el conejo de la Luna-. Ver a tus hijos dormir tranquilamente y saber que los ayudé es la mayor recompensa que puedo tener.

El conejo de la Luna sonrió entonces y les deseó un buen día. Saltó con habilidad de nuevo al cielo y se dirigió hacia la Luna, donde descansaría durante todo el día, esperando a que la noche cayera para volver a cuidar del descanso de todos los seres vivos en la Tierra.

Y así, el conejo de la Luna se convirtió en el mejor amigo de Marcos. Cada vez que el niño tenía problemas para dormir o se sentía preocupado por algo, el conejo de la Luna aparecía para ayudarlo con una nueva estrella mágica.

Y todos en la Tierra quedaron muy agradecidos de tener un amigo tan especial en la Luna, que cuidaba de sus noches y velaba por sus sueños. El conejo de la Luna se había convertido en el protector de la noche, el guardián del descanso y el amigo de todos los niños que alguna vez necesitaban un compañero en la hora de dormir.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El conejo de la luna
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