La conejita que no quería dormir. Érase una vez una pequeña conejita llamada Lulú que no quería dormir por la noche. A ella le gustaba mucho saltar, corretear y jugar con sus amigos hasta tarde. Pero, como todos los niños saben, dormir es fundamental para crecer fuertes y sanos, y Lulú no estaba obteniendo la cantidad de sueño necesaria.
Cada noche, Lulú se acostaba en su camita y cerraba los ojos, pero no lograba conciliar el sueño. Se revolvía de un lado a otro, y de vez en cuando abría los ojos para ver qué estaba haciendo el resto de la casa. A veces, se acurrucaba bajo las mantas y contaba ovejas, o se imaginaba corriendo por el campo junto a sus amigos.
Los días pasaron y Lulú comenzó a sentirse cada vez más cansada. Se levantaba tarde y se movía lentamente. No era tan divertido jugar con sus amigos, porque no tenía energía para saltar y correr como antes. Su mamá, una coneja muy sabia, se dio cuenta de que algo estaba mal y decidió investigar qué sucedía.
Un día, mientras preparaba la cena, Mamá Coneja llamó a Lulú y le dijo: «Hija, necesitamos hablar. Noté que últimamente te has estado levantando tarde y has estado muy cansada. ¿Ha pasado algo que te preocupa?».
Lulú se sonrojó y bajó la mirada. Sabía que no estaba durmiendo lo suficiente, pero no quería admitirlo, porque eso significaba que tendría que ir a la cama más temprano. «Mamá, no estoy cansada. Solo me gusta jugar por las noches y no quiero perderme ninguna aventura», respondió Lulú.
Mamá Coneja suspiró y le explicó que dormir es muy importante para que el cuerpo se recupere y esté listo para enfrentar un nuevo día, y que saltar y correr con sus amigos es mucho más divertido cuando tienes la energía suficiente. Lulú la miró con curiosidad y le preguntó cómo hacer para dormir más.
Mamá Coneja le dio algunas recomendaciones para ayudar a Lulú a relajarse antes de dormir, como tomar un baño caliente, leer un libro tranquilizante y apagar el televisor y los dispositivos electrónicos una hora antes de acostarse. Además, le dijo que debía fijar una hora de dormir y cumplirla todas las noches.
Lulú asintió y prometió seguir las recomendaciones de su mamá. Esa noche, se bañó temprano, se puso su pijama favorito y tomó un libro de cuentos que le gustaba mucho. Siguió todas las recomendaciones de su mamá y se acostó a dormir a las 9 de la noche.
Para sorpresa de Lulú, se durmió al instante. Durmió tan profundamente que ni siquiera se enteró cuando su hermano menor llegó a la habitación y rompió su juguete favorito. Cuando se despertó a la mañana siguiente, se sintió descansada y llena de energía.
Los días siguientes, Lulú siguió las recomendaciones de su mamá y se acostó temprano, se relajó antes de dormir y apagó los dispositivos electrónicos. Dormía profundamente y se despertaba sintiéndose feliz y revitalizada.
Ahora, Lulú se divierte aún más durante el día. Tiene mucha energía para jugar con sus amigos y descubrir el mundo a su alrededor, y cuando llega la noche, está lista para dormir. Ya no tiene miedo de perderse ninguna aventura, porque sabe que si se despierta fresca y renovada, habrá muchas aventuras esperándola en un nuevo día lleno de posibilidades.
Mamá Coneja estaba muy orgullosa de su hija y le recordó que dormir es importante, pero también lo es jugar y divertirse. Lulú sonrió, sabiendo que había encontrado un equilibrio justo y saludable para su vida diaria, y juntos cerraron los ojos para dormir, listos para enfrentar otro día lleno de aventuras y sorpresas.
Por eso, niños y niñas, es importante seguir las recomendaciones de nuestros padres y cuidadores para que podamos crecer fuertes y sanos. ¡Dulces sueños!