La conejita y el hada de los dientes. Érase una vez en un hermoso bosque, una conejita muy juguetona llamada Lola. A Lola le encantaba jugar con sus amigos animales, saltar y correr por el bosque, pero había algo que no le gustaba mucho: perder sus dientes de leche.
Un día, Lola se dio cuenta de que un diente suyo se había caído mientras jugaba con sus amigos. Fue entonces cuando recordó la historia que su mamá le había contado sobre el hada de los dientes y decidió ponerlo debajo de su almohada, para ver si el hada de los dientes vendría a recogerlo.
Por la noche, cuando Lola se fue a la cama, metió su diente de leche debajo de su almohada y cerró los ojos. Pero no podía dormir, estaba muy emocionada esperando al hada de los dientes. Finalmente, Lola se durmió… y cuando despertó la mañana siguiente, ¡había un pequeño regalito debajo de su almohada! ¡El hada de los dientes había venido y se lo había dejado un pequeño paquete con un dulce y una carta!
«Querida Lola», decía la carta. «¡Gracias por dejarme tu diente de leche! Me hace muy feliz saber que todavía hay niños que creen en mí. Aquí te dejo un pequeño regalo para que lo disfrutes. Recuerda siempre que tus dientes de leche son muy importantes para que puedas tener unos dientes grandes y hermosos. ¡Nos vemos la próxima vez que pierdas un diente!».
Lola estaba muy emocionada y feliz de haber recibido una carta del hada de los dientes. A partir de ese día, cada vez que perdía un diente de leche, lo guardaba debajo de su almohada y siempre recibía un pequeño regalo del hada de los dientes.
Un día, mientras jugaba con sus amigos en el bosque, Lola se dio cuenta de que su amiga la ardilla tenía un diente de leche flojo. Lola le contó sobre el hada de los dientes y cómo podía dejarle su diente debajo de la almohada, para que el hada de los dientes lo recogiera y le dejara un regalito. La ardilla parecía un poco escéptica, pero decidió probarlo.
Así que esa noche, la ardilla puso su diente debajo de su almohada y se durmió. A la mañana siguiente, cuando la ardilla se despertó, ¡había un pequeño regalo debajo de la almohada! La ardilla se emocionó mucho y decidió decirle a todos sus amigos animales sobre el hada de los dientes.
Poco a poco, todos los animales del bosque comenzaron a dejar sus dientes de leche debajo de sus almohadas y a recibir pequeños regalitos del hada de los dientes. La conejita Lola estaba muy contenta de haber compartido su experiencia y de haber ayudado a sus amigos animales.
Un día, Lola estaba saltando y corriendo por el bosque cuando tropezó con una roca y se hizo daño en uno de sus dientes. El dolor era insoportable y no podía dejar de llorar. Pero de repente, apareció un hada muy especial, un hada que no era el hada de los dientes, sino el hada de los dientes de los niños mayores.
Esta hada era muy sabia y tenía muchos consejos útiles para Lola. Le dijo que era muy importante cepillarse los dientes todos los días para mantenerlos limpios y saludables. También le explicó que si dejaba de tomar demasiados dulces y bebidas con azúcar, sus dientes estarían protegidos de las caries y se mantendrían fuertes.
Finalmente, el hada de los dientes de los niños mayores le dejó a Lola un pequeño espejo mágico para que pudiera ver su diente dañado y también le entregó una poción mágica para aliviar el dolor. Lola aprendió mucho de esta experiencia y se prometió a sí misma cuidar mejor de sus dientes para que nunca tuviera que pasar por un dolor como ese nuevamente.
Desde ese día en adelante, Lola se aseguró de cepillarse los dientes con frecuencia y de no comer muchos dulces. Y aunque perdió muchos dientes más mientras jugaba con sus amigos animales en el bosque, siempre los dejaba debajo de su almohada, sabiendo que el hada de los dientes vendría a recogerlos y le dejaría un pequeño regalo en su lugar.
Y así, la conejita Lola y sus amigos animales del bosque aprendieron una lección muy importante: que cuidar de nuestros dientes es esencial para mantenerlos saludables y fuertes, y que debemos estar agradecidos con el hada de los dientes por sus visitas nocturnas. ¡Así es como el bosque se llenó de sonrisas felices y lindas! Fin.