La conejita y el espejo mágico

Tiempo de lectura: 4 minutos

La conejita y el espejo mágico
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La conejita y el espejo mágico. Érase una vez, en un bosque muy espeso, vivía una conejita muy curiosa y aventurera. Todos los días, salía a explorar y a jugar con sus amigos del bosque. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el campo, encontró un espejo mágico. La conejita estaba muy emocionada porque nunca había visto un espejo tan mágico como ese.

Pero lo que la conejita no sabía era que aquel espejo tenía un gran poder: podía mostrarle a la conejita todo lo que ella quería ser y todo lo que quería tener. La conejita no podía creerlo, así que decidió probar el poder del espejo mágico.

La conejita se acercó al espejo y se dijo a sí misma: «Quiero ser la conejita más fuerte del bosque». En el espejo apareció la imagen de una conejita muy fuerte y valiente, que era la envidia de todos en el bosque. La conejita quedó sorprendida y emocionada, y decidió que quería ser como esa conejita.

Entonces, se acercó de nuevo al espejo y se dijo a sí misma: «Quiero tener los músculos más grandes y fuertes del bosque». En el espejo aparecieron los músculos más grandes que la conejita había visto jamás. Pero al intentar hacer los movimientos que veía en el espejo, se dio cuenta de que no podía mover su cuerpo como la conejita fuerte.

La conejita se frustró y decidió detener el juego con el espejo mágico. Pero no pudo resistirse a probarlo de nuevo. Esta vez, se acercó al espejo y se dijo a sí misma: «Quiero ser la conejita más bonita del bosque». En el espejo apareció una conejita con un pelaje dorado, unos ojos grandes y brillantes, y largas orejas suaves que sobresalían de su cabeza. La conejita se admiró a sí misma en el espejo, pero se dio cuenta de que, aunque ella no era como la conejita bonita, era única y especial en su propia manera.

La conejita aprendió una gran lección ese día: que no tenía que ser como los demás para ser especial. Se dio cuenta de que, aunque era pequeña y no tenía tantos músculos como la conejita fuerte, era rápida y ágil, y podía moverse por el bosque como ninguna otra criatura. Se dio cuenta de que, aunque no era la conejita más bonita, los demás animales del bosque la amaban por su personalidad y su energía.

Un día, mientras jugaba con sus amigos en el campo, la conejita se encontró con un zorro muy astuto. El zorro era conocido en el bosque por engañar a las criaturas más jóvenes y débiles, para así robarles sus pertenencias. La conejita decidió que no dejaría que el zorro la engañara. Se acercó al zorro con confianza y lo miró fijamente a los ojos.

El zorro se sorprendió por la valentía de la conejita y trató de engañarla, pero la conejita no permitió que el zorro la tomara por tonta. Al final, el zorro se rindió y se alejó, y la conejita regresó con sus amigos, orgullosa de haberse enfrentado al zorro.

La conejita aprendió que, aunque los demás animales del bosque eran más fuertes o más bonitos que ella, ella tenía su propia fortaleza y habilidades. Se dio cuenta de que no tenía que ser como los demás para ser especial, y que su confianza en sí misma y su valentía eran lo que la hacían única.

Desde ese día, la conejita se convirtió en una líder en el bosque, y sus amigos la miraban con admiración. Aprendió que no necesitaba un espejo mágico para decirle lo especial que era, y que la verdadera magia estaba en su corazón y en su personalidad. Y vivió feliz para siempre en el bosque, sintiéndose más segura de sí misma y más fuerte que nunca antes.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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