La conejita y la estrella fugaz. Érase una vez una conejita llamada Luna que vivía en un bosque mágico rodeado de flores de todos los colores. Una noche, mientras Luna miraba las estrellas en el cielo, vio una estrella fugaz caer del cielo.
Luna estaba muy emocionada, recordaba que su abuela siempre había dicho que si veías una estrella fugaz, podías hacer un deseo y se cumpliría. Así que Luna cerró los ojos y susurró un deseo, sin embargo, cuando abrió los ojos la estrella fugaz había desaparecido.
La conejita se sintió un poco desilusionada, pero decidió que tal vez tenía que hacer algo más para que su deseo se hiciera realidad. Pasó la siguiente semana intentando hacer cosas nuevas, jugar más con sus amigos y ayudar a otros animales en el bosque.
Una noche, mientras volvía a casa después de ayudar a un pájaro herido, Luna vio que la estrella fugaz había vuelto a aparecer en el cielo nocturno. – ¡La estrella mágica!, exclamó Luna, y cerró los ojos para hacer un deseo aún más fuerte que el anterior.
Luna se quedó en el bosque esa noche, cuidando del pájaro herido. Pero al día siguiente temprano, el pájaro se sentía mucho mejor y ya podía volar. La conejita se sintió muy feliz y agradecida de haber podido ayudar al pajarito.
Luna volvió a su casa, donde su mamá la estaba esperando. La conejita le contó a su mamá todo lo que había pasado la noche anterior y lo contenta que se sentía de haber ayudado al pajarito a sanar.
Mamá coneja sabía mucho sobre estrellas mágicas, así que explicó a Luna que el verdadero poder de las estrellas está en la alegría que un corazón bondadoso puede dar a los demás. Las estrellas no están aquí para darnos todo lo que pedimos, sino para iluminar nuestro camino.
La conejita comprendió que la verdadera magia está en hacer felices a los demás, no sólo en pedir deseos para uno mismo. Y ese fue el momento en que Luna se dio cuenta de que su verdadero deseo era ser una buena amiga y ayudar a otros animales en el bosque.
Desde ese día, Luna se convirtió en una amiga maravillosa que siempre estaba allí para ayudar a otros animales. Incluso creó un comedor volante para pájaros salvajes y preparaba comida para ellos muchas veces al día.
Luna se convirtió en una heroína en el bosque, y recibió muchas gracias y abrazos de los animales que vivían en él. A partir de entonces, Luna aprendió que la verdadera felicidad está en hacer felices a los demás, y que los verdaderos deseos, son los que realmente hacían la diferencia en el mundo.
Desde entonces, muchas estrellas fugaces seguían apareciendo cada noche en el cielo nocturno, y Luna no dejaba de sonreír al pensar en todas las bendiciones que ya tenía en su vida.
Cada estrella fugaz era una oportunidad para aprender y para ser aún más feliz.
La moraleja de la historia es que debemos ser buenos amigos y empáticos, ayudar a otros cuando es necesario y disfrutar de las bendiciones maravillosas que el universo nos ofrece cada día. Así como Luna, entenderemos que la verdadera magia está en hacer felices a los demás y en cultivar la alegría dentro de nosotros mismos.
Juntos, podemos hacer del mundo un lugar mejor.