La conejita y la montaña de los deseos

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La conejita y la montaña de los deseos
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La conejita y la montaña de los deseos. Érase una vez una conejita llamada Luna que vivía en un amplio campo lleno de flores y pasto suave. Luna era una conejita muy curiosa y aventurera que siempre estaba en busca de nuevas emociones.

Un día, mientras exploraba su territorio, Luna se topó con una montaña enorme que tenía una neblina misteriosa alrededor. La curiosidad de la conejita fue grande, así que decidió acercarse a la montaña a ver qué se escondía detrás de la neblina.

Al llegar a la cima de la montaña, Luna descubrió que estaba en un lugar mágico lleno de luces y colores brillantes, con un arco iris que tocaba el suelo. En el centro de este espectáculo, se encontraba una fuente gigantesca con agua cristalina.

De repente, una pequeña hada apareció ante ella y le preguntó: «¿Qué le gustaría que se le concediera, linda conejita?»

Luna se sorprendió y no tenía idea de lo que podía pedir. Después de pensarlo un rato, decidió pedir una zanahoria gigante para compartir con sus amigos en el campo.

La pequeña hada desapareció por un momento y regresó con la zanahoria gigante que Luna deseaba. La conejita reunió a sus amigos y compartió la zanahoria. Todos se sorprendieron al ver el gran tamaño de la zanahoria y como siempre, Luna compartió generosamente con todos los demás.

Después de un tiempo, Luna decidió volver a visitar la montaña de los deseos para pedirle a la pequeña hada algo más. Esta vez, Luna pidió un sombrero mágico para poder hacer aparecer zanahorias en cualquier lugar donde ella quisiera.

De nuevo, la pequeña hada desapareció y regresó con un sombrero mágico que Luna usó para hacer aparecer sus zanahorias en cualquier lugar que quisiera. La conejita estaba muy contenta con su nuevo sombrero mágico y lo disfrutó mucho.

Sin embargo, Luna comenzó a darse cuenta de que todos sus deseos se estaban volviendo egoístas e inútiles. Lo que parecía interesante al principio, ya no lo era tanto. Se preguntaba si sería mejor pedir algo a la hada y compartirlo con su comunidad en vez de pedir cosas solo para ella.

Por lo tanto, decidió cambiar las cosas y pidió a la pequeña hada que su próximo deseo, fuera algo que beneficiara a todos sus amigos también, no solo a ella.

La pequeña hada se fue otra vez y después de poco, regresó con algo especial: «La magia que has elegido, conejita, es más grande de lo que piensas. A partir de ahora, cada vez que compartas algo bueno, alguien más se beneficiará también. Esta es ahora tu magia, conejita. Usa este regalo para hacer feliz a aquellos que te rodean, y la magia los seguirá alcanzando.»

Luna no podía esperar a compartir su magia con los otros animales del campo. Ahora todos podían sentir la alegría de haber ayudado a compartir algo bueno. Y así, Luna volvió a su hogar en el campo, compartiendo la magia de sus nuevos deseos con todos sus amigos.

Desde entonces, Luna se aseguró de compartir todo lo que podía y disfrutó más de lo que nunca había hecho antes. Ella aprendió que el mayor secreto de la magia estaba en compartir con los demás y que cuando se hace, la felicidad crece mucho más.

La moraleja de esta historia es que cuando compartimos con los demás, nos hacemos más felices a nosotros mismos, aunque no lo sepamos. Y la magia es más efectiva cuando se comparte, porque siempre habrá alguien que se pueda beneficiar también de lo que recibimos. Ya sea la luz de la luna en una noche oscura o la sonrisa de un amigo, compartir siempre será la fuente de la verdadera felicidad.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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