Los Dinosaurios y la Montaña Misteriosa. Había una vez una montaña misteriosa en la que nadie se atrevía a adentrarse. Decían que estaba encantada y que la única forma de que alguien pudiera escapar era si los dioses protectoras se apiadaban de ti. Sin embargo, un grupo de aventureros decidió desafiar el mito y aventurarse en ella.
Los valientes exploradores avanzaron por la exuberante selva que cubría la montaña. A medida que iban subiendo, descubrieron numerosas especies de animales y plantas que jamás habían visto. De repente, sorprendidos por un fuerte ruido, tropezaron con un gigantesco dinosaurio.
—¡Oh, Dios mío! —exclamó uno de los miembros del grupo.
Sin embargo, la criatura no parecía interesada en atacarlos. En lugar de eso, empezó a caminar en la misma dirección que los aventureros. Intrigados, optaron por seguirlo. Así, atravesaron la selva hasta que el dinosaurio los condujo a una cueva.
La caverna era oscura y húmeda, pero los exploradores no se desanimaron. Después de todo, estaban acostumbrados a enfrentarse a situaciones difíciles. Fue entonces cuando vieron el esqueleto de otro dinosaurio aún más grande. Era tan enorme que parecía no haber cabido en la cueva.
Los aventureros se miraron entre ellos, estupefactos. Habían descubierto el secreto de Los Dinosaurios en La Montaña Misteriosa. Pero eso no era todo, porque de repente, detrás del esqueleto apareció un agujero en la roca. Era pequeño, pero lo suficientemente grande para que pudieran pasar a través de él.
—Quizás este es el verdadero entrado a la cueva. —dijo uno de los miembros del grupo
—Solo hay una manera de averiguarlo —respondió otro, aventurándose en el pequeño túnel.
El pasadizo resultó ser más largo de lo que pensaron, pero al final consiguieron llegar a una enorme sala que desafió los límites de la imaginación. En ella había una gran cantidad de fósiles, algunos intactos y otros en diferentes estados de conservación. Los exploradores estaban emocionados por lo que habían encontrado.
—No puedo creerlo. —dijo uno de ellos— Esta montaña es el cementerio de los dinosaurios.
De repente, se oyó un ruido, el mismo que habían escuchado anteriormente. Esta vez, era mucho más fuerte. Una gran cantidad de dinosaurios poco comunes se estaban acercando rápidamente. Los exploradores intentaron escapar, pero fue en vano. Los dinosaurios eran demasiado rápidos para ellos.
—No sé qué hacer. —gritó uno de ellos en pánico.
—¡Rápidamente, vamos a refugiarnos en la cueva! —exclamó otro.
Pero el problema era que la cueva estaba protegida por un acantilado enorme que custodiaba la entrada de la cueva. Los dinosaurios estaban a solo unos metros de distancia, y no había escapatoria. Los exploradores se resignaron a su suerte pensando que iban a morir allí. Sin embargo, lo que pasó después los dejó estupefactos.
Los dinosaurios comenzaron a rodearlos, pero parecían más interesados en explorar la cueva que en atacar a los intrusos. Uno de los miembros del grupo tomó una pequeña piedra y la tiró a un rincón de la estancia para distraer a los dinosaurios y después de unos segundos miró hacia arriba y vio que los animales habían desaparecido sin dejar rastro.
Los exploradores se miraron entre ellos, atónitos, pero no podían estar más felices por haber tenido la oportunidad de explorar el verdadero secreto de Los Dinosaurios en La Montaña Misteriosa. Decidieron que nunca revelarían la ubicación exacta de lo que habían descubierto, a fin de proteger a los dinosaurios de los cazadores furtivos. Sin embargo, nunca olvidarían la emoción de ese momento mágico que los había llevado a descubrir un secreto más profundo sobre la historia de nuestro planeta.