La Leoncita y la Carrera de Obstáculos en el Parque. Érase una vez en un parque de la ciudad vivía una pequeña leoncita llamada Lila. Era muy curiosa, le encantaba explorar y jugar todo el tiempo en el parque. Un día, mientras jugaba con algunos amigos, Lila notó un gran cartel que anunciaba una carrera de obstáculos para todos los animales del parque. Lila estaba muy emocionada, aunque se sentía un poco nerviosa porque nunca había corrido una carrera.
-¿Entrarás a la carrera, Lila? -preguntó su amigo el zorro-
-¡Por supuesto! Quiero demostrar de lo que soy capaz -respondió Lila, con entusiasmo.
Lila comenzó a entrenar muy temprano todos los días. Corría, saltaba, se balanceaba y trepaba obstáculos. A medida que pasaban los días, Lila se hizo más fuerte y rápida.
Sin embargo, había un obstáculo que la preocupaba un poco, una pared muy alta que parecía imposible de escalar. Lila estaba segura de que no podría superar esa barrera tan grande.
Cuando llegó el día de la carrera, el parque estaba lleno de animales emocionados por ver a sus amigos correr. Lila estaba en la línea de salida, nerviosa pero emocionada. Mientras esperaba las palabras del árbitro, respiró profundamente y se recordó que había entrenado mucho y que estaba lista para hacerlo lo mejor que pudiera.
La carrera comenzó y los animales corrieron rápidamente hacia los primeros obstáculos. Lila estaba en segundo lugar, en una acelerada carrera con un zorro muy veloz. Lila no quería perder y se enfocó en la carrera, concentrándose en cada obstáculo.
Llegó el momento de la temida pared alta. El zorro se detuvo, evaluando cómo podría saltarla. Lila se acercó y vio el rostro preocupado de su amigo. Entonces, decidió ayudar al zorro y les proporcionó un consejo para que pudieran saltar la pared juntos, funcionando perfectamente. El zorro estaba tan emocionado que se aseguró de que Lila fuera la primera en cruzar la línea de meta.
Lila había ganado la carrera y todos los animales comenzaron a aplaudir y gritar. Felicitaron a Lila por su gran desempeño y espíritu deportivo. Al final, Lila se dio cuenta de que no importaba si ganaba o perdía, lo importante era sentirse orgullosa de sí misma por haber hecho lo mejor que podía y haber ayudado a su amigo en el camino.
Desde ese día, Lila se convirtió en una de las animales más destacados del parque, no solo por su gran capacidad física, sino también por su amabilidad y sus valores deportivos.
Y así, la pequeña leoncita aprendió una valiosa lección: que a veces, lo más importante no es ganar la carrera, sino disfrutar del camino y ser amable y generoso con los demás animales del parque.
Desde entonces, Lila se convirtió en la huésped más querida por todos los animales del parque, y siempre estuvo lista para ayudar a cualquier animal que lo necesitara.
