El Dinosaurio y la Luna

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El Dinosaurio y la Luna
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El Dinosaurio y la Luna. Había una vez un dinosaurio que vivía en un bosque mágico donde la luna siempre brillaba con una luz azulada. El dinosaurio era un animal pacífico y amable que disfrutaba de la tranquilidad del bosque, pero a menudo se sentía solo.

A pesar de que el dinosaurio era amable y pacífico, los otros animales del bosque le temían porque era grande y fuerte. El dinosaurio no quería asustar a nadie, pero no podía hacer nada al respecto. Por eso, decidió vivir solo en el bosque mágico.

Una noche, mientras el dinosaurio estaba caminando por el bosque, vio una luz brillante en la distancia. Se acercó a la luz para ver de qué se trataba y descubrió que era una pequeña hada. La hada estaba atrapada en una telaraña y no podía liberarse. El dinosaurio, que era muy amable, decidió ayudarla.

Con sus fuertes mandíbulas, el dinosaurio cortó la telaraña y liberó a la hada. La hada estaba muy agradecida y le preguntó al dinosaurio por qué estaba solo en el bosque. El dinosaurio le explicó que los otros animales lo temían porque era grande y fuerte.

La hada, que era muy sabia, le dijo al dinosaurio que no tenía que ser temido por los demás animales. Le dijo que podía ser amable y generoso con ellos, y que eso les haría ver que no era peligroso. El dinosaurio no estaba seguro de que pudiera hacer eso, pero decidió que valía la pena intentarlo.

Desde ese día en adelante, el dinosaurio comenzó a ser amable con los otros animales del bosque. Les ayudaba cuando necesitaban algo y trataba de ser más amistoso. Los otros animales se dieron cuenta de que el dinosaurio no era peligroso y empezaron a acercarse a él.

Poco a poco, el dinosaurio se hizo amigo de muchos animales diferentes. Tenía un amigo pájaro que cantaba hermosas canciones para él, un amigo conejo que le traía zanahorias frescas y un amigo erizo que le enseñó cómo jugar a pelotas.

El dinosaurio estaba muy feliz de tener amigos y disfrutaba de la compañía de los otros animales del bosque. Ya no se sentía solo y sabía que siempre habría alguien con quien hablar o jugar.

Una noche, mientras el dinosaurio estaba caminando por el bosque, encontró a la pequeña hada que había liberado hace mucho tiempo. La hada estaba sentada en una flor y parecía triste. El dinosaurio se acercó a ella y le preguntó qué estaba pasando. La hada explicó que estaba triste porque estaba sola y no tenía amigos.

El dinosaurio le dijo que eso era muy triste y le preguntó si quería ser su amiga. La hada estaba sorprendida y muy feliz. A partir de ese momento, el dinosaurio y la hada se convirtieron en grandes amigos y exploraban juntos el bosque mágico.

El dinosaurio había aprendido una gran lección: no tenía que estar solo. Siempre había alguien que quería ser su amigo, solo tenía que ser amable y generoso con los demás.

Desde entonces, el dinosaurio vivió feliz con sus amigos en el bosque mágico. La luna siempre brillaba con una luz azulada y los animales del bosque corrían y jugaban juntos. El dinosaurio ya no se sentía solo y sabía que nunca dejaría de tener amigos.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Dinosaurio y la Luna
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