El Príncipe y el Mago. Érase una vez un joven príncipe llamado Tomás que vivía en un gran castillo rodeado de jardines y ríos. Era un chico muy feliz y juguetón que siempre buscaba nuevas aventuras para recorrer el extenso reino que protegía.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al castillo, el príncipe se topó con un misterioso mago que parecía estar en apuros. El mago le explicó que había perdido su varita mágica y que no podía volver a su torre sin ella. Tomás, que quería ayudarlo, se ofreció a buscar su varita mágica.
El camino fue arduo y oscuro, pero el príncipe no se rindió. Avanzó entre la maleza y los arbustos y, gracias a su valentía, encontró la varita en medio del bosque. Cuando volvió a donde estaba el mago, este le agradeció inmensamente y le ofreció una recompensa: un deseo.
El príncipe no lo pensó dos veces y pidió que lo llevara en un viaje mágico a través del tiempo para visitar el reino de su abuelo, quien también había sido un gran rey en el pasado.
El mago hizo un hechizo y, en un abrir y cerrar de ojos, el príncipe y el mago estaban a bordo de un carro mágico, volando hacia la historia.
Cuando llegaron al reino del abuelo del príncipe, se encontraron con un lugar muy diferente al que habían dejado en su tiempo. Todo era más lento, más tranquilo y mucho menos tecnológico. Sin embargo, el príncipe estaba maravillado con todo lo que veía. Se dio cuenta de que las cosas que para él eran cotidianas, como la televisión y los coches, no existían en ese tiempo.
El mago y el príncipe ayudaron al abuelo del príncipe a preparar la cosecha de su granja, jugaron al ajedrez con sus amigos y, en general, disfrutaron de la vida en esa época.
Cuando el día de la partida se acercaba, el príncipe se mostró triste. Quería quedarse allí para siempre, pero sabía que su lugar estaba en su propio tiempo, en su reino.
Despidiéndose del abuelo del príncipe, este les entregó un pequeño cofre que contenía algo muy valioso. El cofre no se podía abrir hasta tres días después de su partida, y el abuelo del príncipe les explicó que dentro había un mensaje muy importante para él.
De regreso en su tiempo, el príncipe Tomás se dedicó a gobernar su reino con justicia y sabiduría. Pasaron los tres días y, cuando abrió el cofre, encontró un pergamino escrito a mano que decía: «Querido nieto, siempre recuerda que lo más grande que puedes tener es la amistad verdadera y la ayuda desinteresada. Eso vale más que cualquier tesoro.»
Tomás no podía estar más agradecido por el consejo de su abuelo y se sintió muy feliz de poder haber compartido la aventura mágica con el mago.
Desde entonces, el príncipe y el mago se volvieron inseparables, y siempre se encontraban en las tardes para jugar y hablar sobre sus aventuras en el reino.
La moraleja de esta historia es que el valor de la amistad y la ayuda son inestimables y que siempre es importante estar dispuesto a ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio. Además, la aventura de viajar en el tiempo nos enseña que, aunque las cosas cambien, el amor y la amistad siempre serán importantes.