El Príncipe en el Valle de los Cuentos. Érase una vez, en un lejano reino, un príncipe llamado Diego. A Diego le encantaba leer cuentos a los niños del reino, y su biblioteca estaba llena de libros de todas las formas y tamaños.
Un día, en uno de sus paseos por el valle, Diego encontró una casa diminuta, con una puerta tan pequeña que apenas podía pasar. Cuando intentó abrirla, se dio cuenta de que estaba cerrada con llave, pero no vio a nadie allí dentro.
Diego se sentó frente a la casita y decidió esperar a que alguien apareciera. Unos minutos después, apareció una viejita arrugada, con un molinillo de café en la mano.
-¡Oh, hola, príncipe!-dijo la enana.
-¿Cómo sabes que soy un príncipe?-preguntó Diego sorprendido.
-Soy un hada y conozco a todo el mundo en el valle-dijo la enana con una sonrisa- ¿Quieres entrar a tomar una taza de té?
Diego siguió a la enana hasta su diminuta casa. Allí, la enana le sirvió una taza de té y le contó la historia del valle de los cuentos.
-En este valle, hay muchos cuentos que aún no han sido escritos. El problema es que estos cuentos se basan en los sueños de los niños. ¿Te das cuenta de lo difícil que es recopilar todos los sueños de los niños? Necesitamos una mano muy especial para este trabajo-dijo la enana mientras terminaba de lavar las tazas.
-¿Cómo puedo ayudar?-preguntó Diego.
-Debes encontrar al unicornio que se encuentra al sur del valle. El unicornio tiene el poder de ayudarnos a recopilar los sueños de los niños-respondió la enana.
-Muy bien. Pero, ¿cómo puedo encontrar al unicornio?-preguntó Diego.
-Debes seguir la estrella del norte. Te llevará directo a él-respondió la enana.
-Gracias por ayudarme-dijo Diego mientras salía de la casa.
Diego caminó toda la noche, siguiendo la estrella. Al amanecer, finalmente llegó al sur del valle. Allí, encontró al unicornio, que estaba durmiendo.
-Hola, unicornio-dijo Diego.
-¿Quién eres?-preguntó el unicornio.
-Soy Diego, el príncipe del reino-dijo Diego.
-¿Qué quieres de mí?-preguntó el unicornio.
-Necesito tu ayuda para recopilar los sueños de los niños del valle-respondió Diego.
-En ese caso, debes llevarme al valle. Comenzaremos esta noche-el unicornio levantó su cabeza y relinchó.
Esa noche, Diego y el unicornio partieron al valle. Diego se quedó despierto toda la noche junto al unicornio, esperando a que los niños comenzaran a soñar. El unicornio extendió sus alas, y comenzó a volar por el cielo, recopilando todos estos sueños.
El valle se llenó de cuentos y magia. Los niños del reino estaban felices y emocionados de escuchar las historias de sus sueños, y Diego estaba orgulloso de haber ayudado a todos a disfrutar sus sueños.
Cada noche, Diego se quedaba con el unicornio, esperando a que los niños comenzaran a soñar. Juntos, recorrían el cielo, recopilando sus sueños. Y cada día, Diego le contaba a los niños del reino los cuentos de sus sueños.
La enana había sido correcta. En realidad, encontrar al unicornio había sido algo fácil. Todo lo que Diego necesitaba era creer en la magia de los sueños y trabajar duro para hacerlos realidad.
FIN.