La danza de los pulpos luminosos. Érase una vez en el fondo del mar, una familia de pulpos. Ellos vivían en una cueva de coral en la que se sentían seguros y cómodos.
Cada noche, los pulpos se reunían para bailar en la cueva, y mientras más bailaban, más luminosos se volvían, como pequeños faros en la oscuridad del océano. La danza de los pulpos era como un espectáculo para los demás habitantes del mar, que podían ver desde la distancia sus movimientos alarmantes y sensacionales.
El pequeño pulpo Pipo era muy curioso sobre el mar exterior y soñaba con explorar la vasta inmensidad del océano. Pero sus padres le dijeron que era peligroso y que era mejor quedarse en la cueva donde estaban seguros.
Pipo se sentía triste de no poder explorar el mar, hasta que un día, mientras bailaban, una hermosa y misteriosa luciérnaga de mar apareció en la cueva. La luciérnaga les dijo que había un lugar donde los pulpos luminosos eran muy apreciados, una competencia en la que un gran premio se otorgaba al pulpo más luminoso del océano.
«¿Cuál es el premio?», preguntó Pipo emocionado.
«Es un deseo mágico», respondió la luciérnaga de mar. «Si ganas la competencia, podrás pedir cualquier deseo que quieras».
Todos los pulpos comenzaron a emocionarse y a practicar para ser el más luminoso del océano. Pipo se entrenó mucho, incluso cuando sus padres le dijeron que no era bueno para él. Pero su pasión por bailar y por explorar el mar era mucho más fuerte que cualquier cosa que sus padres pudieran decir.
Pipo se gastaba la mayor parte del tiempo ensayando la coreografía más impactante y brillante que hubiera visto jamás, soñando con ganar la competición y hacer su deseo realidad. Y justo cuando llegó el gran día, Pipo se encontró en la punta de un gran acantilado mirando hacia afuera, donde se detuvo por un instante, mirando el horizonte con el corazón latiéndole fuerte de emoción y miedo.
A lo lejos, se podían ver las luces brillantes de la competencia. Y se oían los gritos y los aplausos del público.
Pipo bajó del acantilado y corrió lo más rápido que podía hacia la luz, su corazón latiendo con fuerza y la música de la competición cada vez más fuerte.
La competición era espectacular. Había pulpos de todos los tamaños, formas y colores, pero ninguno bailaba como Pipo lo hacía. Sus movimientos eran gráciles y suaves, pero también atrevidos y llenos de energía. Los pulpos del público se quedaron asombrados por su luminosidad, que brillaba más intensa que cualquier otra cosa en todo el océano.
Cuando terminó la competencia, el jurado se reunió para anunciar al ganador de la competencia. Pipo estaba muy nervioso, temblando y respirando muy fuerte, esperando que anunciaran su nombre en voz alta.
Y entonces, finalmente, lo hicieron. Con gran estilo, el portavoz del jurado se acercó para anunciar:
«El gran ganador de la competencia es Pipo, el pulpo luminoso más hermoso del océano».
Pipo saltó de de alegría y dejó salir una gran sonrisa. Había ganado el gran premio, el deseo mágico que podía pedir cualquier cosa que quisiera.
«Quiero explorar el océano siempre», dijo Pipo, sin dudarlo ni un instante.
Y así, Pipo comenzó una emocionante aventura en el océano, explorando cada rincón y disfrutando de los paisajes más hermosos que puedas imaginar. Y, aunque sus padres tenían razón de decir que era peligroso, Pipo siempre fue cuidadoso y regresó a la cueva cada noche para bailar con su familia y amigos.
Los pulpos siguieron bailando y se volvieron cada vez más luminosos hasta que no había ningún otro ser en el océano que pudiera competir con ellos. Y así, la danza de los pulpos luminosos se hizo conocida entre todos los habitantes del mar, una hermosa historia de magia y luz que siempre será recordada.
Y aunque hoy en día Pipo ya se ha hecho mayor, sigue explorando y disfrutando del gran océano, gracias a la sabiduría de haber aprendido, desde pequeño, que siempre es bueno seguir nuestros sueños.