El pulpo y la foca amiga. Érase una vez, en lo más profundo del océano, vivía un pulpo muy solitario. A pesar de tener ocho brazos, se sentía triste y aislado, ya que ninguno de los demás animales marinos quería estar cerca de él. Todo el mundo creía que los pulpos eran seres peligrosos y desconfiados, y por eso lo evitaban. Pero lo que esos animales no sabían es que el pulpo sólo quería hacer amigos y sentirse parte de la comunidad marina.
Un día, mientras el pulpo nadaba triste, encontró a una foca varada en la orilla. La pobre foca estaba herida y no podía moverse. El pulpo se acercó con mucho cuidado y le preguntó qué le había pasado. La foca le contó que un barco había pasado demasiado cerca de ella y había sufrido daños en su piel. El pulpo se sintió muy triste por ella y decidió ayudarla. Con sus ocho tentáculos, levantó a la foca del agua y la llevó hasta una zona segura en la que podía descansar.
La foca se sintió muy agradecida por la ayuda del pulpo y le preguntó por qué era tan amable con ella. El pulpo le explicó la verdad: que se sentía triste y aislado porque siempre lo evitaban y que lo único que quería era hacer amigos y sentirse parte de la comunidad marina. La foca se sorprendió al oír esto y le dijo al pulpo que ella sería su amiga para siempre. El pulpo se emocionó tanto que casi lloró.
A partir de ese día, la foca y el pulpo se convirtieron en los mejores amigos del océano. Nadaban juntos, se ayudaban mutuamente y se contaban historias durante horas. Los demás animales marinos se sorprendieron al ver a la foca y al pulpo juntos, pero terminaron aceptando su amistad y dejaron de temerle al pulpo. Incluso algunos peces y cangrejos se acercaron a ellos para hacerles compañía.
Un día, mientras el pulpo y la foca nadaban juntos, se encontraron con un delfín que estaba en peligro. El delfín había quedado atrapado en una red de pescadores y estaba luchando por liberarse. La foca y el pulpo se acercaron al delfín y trataron de desatar la red, pero era demasiado fuerte. Fue entonces cuando la foca tuvo una idea brillante: con su fuerza y velocidad, podría llevar al delfín hasta la superficie para que pudiera respirar mientras el pulpo trabajaba en desenredar la red.
Así lo hicieron: la foca levantó al delfín y lo llevó cerca de la superficie, donde pudo respirar mientras el pulpo cortaba la red con sus tentáculos. Finalmente, después de un gran esfuerzo, lograron liberar al delfín de la red y lo dejaron en libertad. El delfín les agradeció infinitamente y les prometió que siempre los ayudaría en lo que necesitaran.
Desde ese día, la foca, el pulpo y el delfín se convirtieron en un equipo inseparable. Juntos, recorrían el océano, ayudando a los demás animales y descubriendo nuevos lugares. La amistad de la foca y el pulpo había cambiado la actitud de los demás animales marinos y había demostrado que, con un poco de comprensión y empatía, era posible ser amigos de cualquier ser marino, incluso de un pulpo.
Y así, la foca y el pulpo vivieron felices para siempre, rodeados de amigos y aventuras. Y aunque nunca más se encontraron con la soledad ni la tristeza, siempre supieron que su amistad fue la más valiosa del océano, una amistad que nunca moriría.