Las travesuras de Pablo. Érase una vez, en un pequeño pueblo, vivía un niño llamado Pablo. Pablo era un niño muy curioso y siempre estaba buscando aventuras. Siempre se metía en las situaciones más divertidas y hacía travesuras que hacían reír a todo el mundo.
Un día, mientras caminaba por el campo, encontró una planta extraña que nunca había visto antes. La planta era enorme y tenía hojas grandes y verdes que parecían alas de pájaro. Pablo no pudo resistirse y decidió subirse a la planta para ver dónde lo llevaría.
La planta comenzó a crecer y crecer, y Pablo se emocionó más y más a medida que subía más alto. Finalmente, llegó a lo alto de la planta y encontró una hermosa casa. La casa estaba rodeada de árboles frutales y flores coloridas. Pablo no podía creer lo que estaba viendo.
De repente, una voz amable lo saludó desde la casa. Era una mujer mayor que estaba sentada en el porche de la casa. Ella le preguntó cómo había llegado allí y Pablo le contó lo que había sucedido. La señora se rió y le ofreció pasar a su casa y tomar un trozo de pastel.
Pablo aceptó y entró en la casita. La señora le sirvió una rebanada de pastel de manzana y comenzaron a charlar. La señora le contó historias sobre el campo y Pablo la escuchaba con atención.
Después de un rato, la señora le preguntó si quería ayudarla a regar las plantas en el jardín. Pablo aceptó encantado y comenzó a ayudarla. La señora le enseñó cómo mezclar el agua y las diferentes hierbas para regar las plantas.
Después de un rato, se dio cuenta de que se había quedado sin agua para mezclar. La señora le dijo que podía recoger agua del río cercano, pero que tenía que tener cuidado de no perderse en el bosque.
Pablo siguió el camino que la señora le indicó y encontró el río. Comenzó a recoger agua en un cubo cuando de repente, un pequeño pajarito cayó al agua. El pajarito no sabía cómo volar todavía y estaba luchando por mantenerse a flote.
Pablo no pudo esperar y saltó al río para salvar al pequeño pajarito. Lo sacó del agua y lo llevó de vuelta a la casita en su bolsillo. La señora se sorprendió cuando vio al pajarito y le preguntó a Pablo qué había sucedido.
Pablo le contó la historia y la señora se rió. Ella le explicó a Pablo que el pajarito necesitaba aprender a volar y que Pablo podría ayudarlo. Le mostró cómo hacer un pequeño nido y cómo alimentar al pajarito.
Después de unos días, el pajarito pudo volar y voló lejos. La señora le dio a Pablo unas semillas para que pudiera plantar su propio jardín y prometió mantenerse en contacto con Pablo.
Pablo se despidió de la señora y comenzó a descender por la planta. La planta lo llevó de vuelta al campo donde comenzó su aventura. Desde entonces, Pablo se dedicó a cuidar su propio jardín y nunca se olvidó de las lecciones que aprendió en su viaje.
Y así, después de una divertida travesura, Pablo aprendió lo valiosa que puede ser la amistad y el cuidado de la naturaleza. Además, aprendió que siempre se puede encontrar un nuevo amigo en cualquier parte del mundo y que la curiosidad siempre puede llevarnos a descubrir cosas asombrosas.