Amigos Prehistóricos. En lo más profundo del bosque prehistórico, vivía un dinosaurio llamado Dino. Era un gran Diplodocus de color verde intenso y un corazón muy valiente. Dino tenía una gran admiración por los pájaros que veía volar por encima de su cabeza y siempre se preguntaba cómo era posible algo así.
Después de observar a los pájaros día tras día, Dino descubrió que estos animales usaban sus alas para generar sustentación y así levantarse en el aire. Y entonces se le ocurrió la idea más loca y maravillosa que había tenido en su vida: construiría sus propias alas para poder volar como los pájaros.
Dino no podía explicarle su locura a nadie, así que tomó la decisión de trabajar en secreto en su proyecto. Para concretarlo, pidió ayuda a sus amigos dinosaurios, Reu y Clo, quienes lo ayudarían a recolectar todos los materiales necesarios. Juntos, recolectaron hojas, ramas, piel de animales muertos y algunos trozos de metal que habían encontrado por el bosque.
Una vez que tuvieron todos los materiales, Dino comenzó a armar sus alas en secreto, construyéndolas con mucha paciencia y dedicación. Incluso tuvo que utilizar sus increíblemente largos y fuertes brazos para forjar las partes de metal que serían el soporte principal de sus alas.
Después de semanas de arduo trabajo, finalmente las alas estuvieron listas. Dino las examinó con atención y sintió un escalofrío pasar por todo su cuerpo: estas alas eran completamente diferentes a cualquier cosa que hubiera visto antes. Sin duda, eran las más bellas y únicas que jamás se habían construido.
Dino extendió sus brazos hacia los lados y las alas comenzaron a aletear vigorosamente. El aire que generaron las alas hizo temblar las hojas y las ramas cercanas, a medida que Dino ganaba impulso para despegar en el aire.
Y entonces, algo maravilloso ocurrió: Dino comenzó a levantarse del suelo y, tal como lo había imaginado, comenzó a volar por los cielos. Aprovechando su nueva habilidad, se elevó aún más y comenzó a explorar nuevas tierras, descubriendo maravillas prehistóricas que nunca antes había contemplado desde esa perspectiva.
Pero la felicidad de Dino no duró mucho tiempo. Al poco tiempo, su vuelo se interrumpió abruptamente al chocar de frente con una roca. Por suerte, las alas lo protegieron del impacto, pero Dino se dio cuenta de que las alas no podían durar mucho tiempo sin reparación.
Regresó al bosque y escondió sus alas en un lugar secreto, esperando el momento adecuado para arreglarlas. Durante los días siguientes, comenzó a conocer más sobre los pájaros, cómo cuidaban sus alas y cómo las reparaban cuando se dañaban. Dino aprendió que debía ser cuidadoso y paciente para lograr que sus alas volvieran a estar en condición óptima.
Después de algunas semanas, Dino finalmente sintió que era el momento adecuado para sacar sus alas del escondite. Con la ayuda de Reu y Clo, comenzó a repararlas, limpiarlas y agregar pequeños elementos de diseño que las hacían aún más hermosas.
Con el tiempo, y gracias a su cuidado y paciencia, las alas volvieron a estar en perfectas condiciones. Dino sabía que su nueva habilidad era un regalo y que debía cuidar de ella. También aprendió que, al igual que los pájaros que había admirado al principio, él necesitaba cuidar y proteger sus alas para poder seguir volando alto y viviendo nuevas aventuras.
Y así fue como Dino, siempre con sus espectaculares alas a su espalda, continuó volando por los cielos, a menudo compartiendo su habilidad con otros dinosaurios que se preguntaban cómo lo lograba. Con el tiempo, Dino aprendió que, al igual que los pájaros que siempre había admirado, él también podía usar sus alas para hacer grandes cosas. Y entonces, cada vez que volaba, su corazón se llenaba con una sensación única de libertad y gratitud.
