El árbol generoso. Érase una vez, en un bosque rodeado de montañas y ríos cristalinos, un árbol generoso y bondadoso que estaba dispuesto a ayudar y brindar todo lo que tenía a cualquier ser que lo necesitara.
Durante muchos años, el árbol se convirtió en el refugio de animales del bosque que buscaban protección de los rayos del sol o de la lluvia. Incluso, algunos pájaros construyeron sus nidos en sus ramas y le agradecían todos los días por permitirles vivir en su hogar.
Pero un día, llegó un grupo de personas con hachas y sierras, dispuestas a talarlo para tomar su madera y construir casas y muebles. El árbol generoso no podía moverse y sintió mucho miedo por lo que podría pasar.
Cuando las personas comenzaron a cortar su corteza, sintió un inmenso dolor y comenzó a llorar. Pero, a pesar de todo, el árbol seguía siendo generoso y trató de hablar con las personas que lo estaban talando.
– ¿Por qué me están cortando? -preguntó el árbol.
– Lo siento, árbol, pero necesitamos tu madera para construir casas y muebles -respondió uno de los leñadores.
– Pero, ¿no pueden encontrar otra forma de hacerlo? -preguntó el árbol.
– No, lo siento mucho -dijo otro de los leñadores.
El árbol generoso, sintiendo un dolor terrible, pidió un último deseo antes de su muerte. Le pidió a las personas que se cortaran sus ramas para darlas a aquellos que más lo necesitaran.
Así, las personas se dieron cuenta de lo generoso que era el árbol y después de haber terminado de talarlo, comenzaron a cortar sus ramas. A partir de ese momento, sus ramas se convirtieron en leña para las chimeneas de los más necesitados en invierno, sirvió para construir hogares para las aves del bosque y fue utilizada para hacer muebles que alegraron las casas de muchas familias.
Después de un tiempo, el árbol generoso murió, pero su espíritu vivió por mucho tiempo en el corazón de todas las personas a las que ayudó y protegió.
Los animales del bosque sabían que el árbol generoso siempre había velado por ellos, así que decidieron hacerle un homenaje. Reunieron todos los frutos que había dado a lo largo de los años y los colocaron en su tronco para recordar todo lo que él les había dado y para mostrarles que seguirían amándolo y respetándolo.
Los pájaros y los animales del bosque continuaron visitando su tronco, agradeciendo cada día por la generosidad del árbol y brindándole su sincera gratitud.
Pasaron muchos años, y aquellos que habían cortado el árbol por fin comprendieron el gran error que habían cometido al talarlo. Pero, gracias al increíble legado que dejó el árbol generoso, el bosque seguía siendo un lugar mágico y muy especial.
Y así, el árbol generoso, con todo lo que compartió, se convirtió en una leyenda en la que las personas se inspiraban para brindar aliento a aquellos que lo necesitaban.
Este cuento nos enseña a ser generosos, a compartir todo lo que tenemos y a comprender que a través de nuestras acciones generosas, podemos hacer la diferencia en la vida de muchas personas. La empatía es una cualidad muy importante y debemos practicarla todos los días, poniéndonos en el lugar de los demás y comprendiendo sus necesidades.
No importa cuán pequeña sea la contribución que hacemos en la vida de alguien, lo que cuenta es lo que sale de nuestro corazón y la voluntad que tenemos de hacer el bien. Así, como el árbol generoso, podemos dejar un legado que inspire a otros y los lleve a hacer lo mismo.