El Baile de las Hadas. Érase una vez, en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Adela. Adela era la hija única del rey y la reina y era amada por todos en el reino. La princesa era inteligente, amable y generosa, y había pasado toda su vida en el palacio.
Un día, se anunció que se celebraría un baile en honor al cumpleaños de la princesa Adela. Todos los habitantes del reino estaban invitados, y los preparativos comenzaron enseguida. Se preparó un gran salón de baile y se contrató a los mejores músicos y a los chefs más prestigiosos para la comida.
La princesa Adela estaba emocionada por su fiesta de cumpleaños y esperaba con ansias el día del baile. Pero un problema comenzó a surgir en el palacio. Las hadas del reino, que eran conocidas por ser caprichosas y temperamentales, no habían sido invitadas al baile.
La reina, temiendo las consecuencias de no invitar a las hadas, las convocó de inmediato a una reunión con la princesa Adela. Las hadas se presentaron en el palacio, y pronto se dieron cuenta de que no habían sido invitadas a la fiesta.
La reina explicó que se había olvidado de enviar invitaciones y que no había sido intencional. Las hadas, sin embargo, no estaban contentas. Habían sido ignoradas y no podían imaginar que una princesa celebrara su cumpleaños sin pedir su bendición.
Las hadas decidieron hacer algo al respecto. Se reunieron en secreto la noche antes del baile y conjuraron un hechizo mágico. El hechizo haría que, cuando el reloj marcara la medianoche, todas las plantas del reino, incluyendo las flores del jardín del palacio, cobraran vida y comenzaran a bailar por el salón de baile.
La princesa Adela no sabía nada de los planes de las hadas, pero estaba encantada con el baile y disfrutaba de la música y la comida. Todos los invitados estaban felices y la fiesta parecía perfecta.
Pero cuando el reloj dio las doce en punto, algo extraño comenzó a suceder. Las plantas del salón de baile cobraron vida y comenzaron a bailar. A medida que se movían, se juntaban y se formaban círculos, como si estuvieran organizando su propio baile.
La princesa Adela y los invitados estaban abrumados por la belleza del espectáculo. La música se hizo más intensa y el baile de las plantas se volvió más emocionante, como si estuvieran compitiendo en un concurso de baile.
Sin embargo, la felicidad no duró mucho, ya que las hadas habían olvidado mencionar un pequeño detalle del hechizo. La magia solo duraría hasta el amanecer, y después de eso, todas las plantas volverían a la normalidad.
La princesa Adela y los invitados comenzaron a preocuparse cuando las plantas empezaron a agitarse cada vez más. Las flores se movían salvajemente, sus pétalos se desprendían y se esparcían por el salón de baile.
La princesa Adela comprendió rápidamente que algo no estaba bien y se acercó a las hadas para pedir ayuda. Las hadas, avergonzadas por la situación, comenzaron a cantar una canción mágica que volviera a poner todas las plantas en su lugar.
La canción tuvo un efecto asombroso. Los pétalos volaron de regreso a sus flores y las plantas volvieron a su estado original. El salón de baile volvió a quedar limpio y ordenado, como si nada hubiera pasado.
La princesa Adela agradeció a las hadas por su ayuda y se disculpó por no haberlas invitado al baile. Las hadas aceptaron las disculpas y se unieron a la fiesta una vez que las cosas volvieron a la normalidad.
La música volvió a sonar y se reanudó el baile. Los invitados estaban encantados y la fiesta se convirtió en una de las más recordadas del reino. La princesa Adela nunca olvidaría su fiesta de cumpleaños, pues se había convertido en una historia que sería contada de generación en generación.
A partir de ese día, las hadas y los habitantes del reino se unieron en amistad y prometieron nunca más ser ignorantes. La princesa Adela se dio cuenta de que la amistad y la buena voluntad eran más importantes que cualquier otra cosa, incluso una fiesta de cumpleaños.
Después de esa noche, las hadas se convirtieron en las guardianas y protectoras del reino, y se les permitió ser las invitadas de honor en todas las ceremonias oficiales del palacio.
Desde entonces, nunca hubo una fiesta o un baile en el reino sin la bendición de las hadas. Y cada vez que se reunían, la historia del baile de las hadas se contaba de nuevo con esa magia que solo tienen los cuentos.