El bosque de las criaturas de Halloween. Érase una vez en el Bosque de las criaturas de Halloween, un lugar mágico y misterioso lleno de arboles gigantes y hojas de colores cálidos, donde habitaban seres mágicos y criaturas extrañas.
En este Bosque vivía Jerónimo, el duende más travieso y juguetón de todos, siempre buscando la manera de hacer felices a todos los demás habitantes del bosque. Jerónimo tenía una tarea muy importante, cuidar de la Calabaza gigante que se encontraba en el centro del bosque. Esta calabaza era muy especial, guiaba a los visitantes por el bosque y repartía caramelos mágicos en forma de arañas y murciélagos a los niños y niñas que se aventuraban en su interior.
Un día, Jerónimo se despertó temprano para empezar su día, cuando escuchó unos ruidos extraños provenientes de la Calabaza gigante. Se acercó sigilosamente hacia ella y sin hacer ruido se asomó por uno de los agujeros de la calabaza, ¡Y para su asombro vio al Señor Espantapájaros dentro de ella comiéndose todos los caramelos de arañas y murciélagos que debían ser entregados a los niños y niñas!
Jerónimo sabía que debía actuar rápido para detener al Señor Espantapájaros y lograr que los caramelos regresaran a la Calabaza gigante. Sin pensarlo dos veces Jerónimo se subió en su caballo murciélago y voló hacia el pueblo más cercano en busca de ayuda. Al llegar al pueblo encontró a tres amigas muy valientes; Margarita, la bruja más sabia del pueblo; Rosalinda, una vampira muy elegante y Belinda, una niña muy atrevida pero muy amorosa. Jerónimo explicó a las cuatro amigas la situación y entre todos idearon un plan para recuperar los caramelos y detener al Señor Espantapájaros.
Margarita creó una poción que les permitiría ser invisibles, Rosalinda ideó un disfraz para hacerse pasar por un gran Murciélago Vampiro y Belinda decidió ser la encargada de cazar al Señor Espantapájaros y rescatar los caramelos.
Jerónimo se encargó de preparar su caballo murciélago para que pudieran volar juntos de regreso al Bosque de las criaturas de Halloween. Finalmente, los cinco amigos estaban listos para la misión y decidieron partir hacia la Calabaza gigante.
Una vez allí, Margarita les dio a todos un trago de su poción y en segundos se transformaron en fantasmas transparentes, pasando desapercibidos para el Señor Espantapájaros. Rosalinda se disfrazó de murciélago gigante y se colocó alrededor de la Calabaza, listo para atacar.
De repente, el Señor Espantapájaros apareció por detrás y comenzó a comerse los caramelos de nuevo. Belinda vio su oportunidad y, sin pensarlo dos veces, saltó encima de su espalda para detenerlo. El Señor Espantapájaros estaba confundido e intentó escapar, pero Rosalinda saltó en su camino y lo hizo retroceder.
Finalmente, Jerónimo y su caballo murciélago aparecieron por encima de la Calabaza gigante y, en un descuido del Señor Espantapájaros, Jerónimo se abalanzó sobre él y logró quitar la bolsa de caramelos de arañas y murciélagos de su mano.
La calma volvió al Bosque de las criaturas de Halloween, y Jerónimo y sus amigos volvieron a repartir los caramelos de arañas y murciélagos. La Calabaza gigante volvió a brillar como siempre lo hacía, y Jerónimo aprendió una valiosa lección sobre la importancia de ser precavido y estar pendiente de lo que sucede a su alrededor. Él y sus amigos habían logrado detener al Señor Espantapájaros y hacer el Bosque de las criaturas de Halloween un lugar más seguro para todos.
Desde entonces Jerónimo se encargó de custodiar la Calabaza gigante y sus caramelos, mientras que Margarita, Rosalinda y Belinda se hicieron amigas inseparables, aprendiendo juntas a usar sus poderes para hacer el bien en el Bosque de las criaturas de Halloween.