El bosque de las sombras de Halloween. Érase una vez, en un bosque muy tenebroso llamado el Bosque de las sombras, un grupo de animales que, a pesar del terror que les provocaba ese lugar, se animaron a explorarlo en la noche de Halloween.
– ¿Están seguros de que quieren hacer esto? -preguntó el conejo asustado.
– ¡Claro que sí! ¡No hay nada que temer! -dijo la ardilla intentando parecer valiente.
– P-Pero acabo de ver un par de ojos brillantes a lo lejos -indicó el ratón temblando.
– No sean cobardes, amigos. ¡Vamos a divertirnos un rato! -exclamó el murciélago.
Entre risas, los animales entraron en el Bosque de las sombras. Pero conforme avanzaban, la niebla se hizo más densa y pronto se perdieron en el oscuro paisaje.
– ¿Dónde estamos? -preguntó la ardilla.
– No lo sé, pero vayan por ahí -dijo el pájaro apuntando a una dirección al azar.
Se adentraron más y más, pasando por árboles retorcidos y arbustos de espinas punzantes, hasta que escucharon un sonido extraño a lo lejos.
– ¿Qué es eso? -preguntó el conejo asustado.
– No sé, pero suena como alguien que… ¡nos está persiguiendo! -gritó el ratón.
Corrieron lo más rápido posible, saltando ramas y troncos, pero el sonido no los dejaba en paz.
– ¡Es una risa! -dijo la ardilla.
– Estamos en la noche de Halloween, seguro es solo alguien intentando asustarnos -dijo el pájaro.
Finalmente, llegaron a un claro en el bosque y se dieron cuenta de que la risa venía de detrás de una gran arboleda de ramas secas y hojas que crujían al andar.
– ¿Y si nos escondemos? -sugirió el conejo.
– ¿Por qué tenemos que escondernos? -preguntó el murciélago volando sobre ellos.
Justo entonces, de detrás de la arboleda, apareció la Bruja del Bosque, una bruja verdosa y arrugada, con sombrero de paja y escoba vieja.
– ¡Feliz Halloween! -dijo la Bruja del Bosque con una risa burlona.
Los animales se asustaron tanto que retrocedieron y cayeron al suelo.
– ¡No teman, amigos! Soy la Bruja del Bosque, su anfitriona esta noche -dijo la bruja mientras hacía gestos con sus brazos.
– ¿Anfitriona? -preguntó el conejo.
– Por supuesto, ¡les tengo preparada una gran sorpresa! -dijo la bruja con una risa malvada.
De repente, una gran mesa apareció detrás de la arboleda, llena de dulces, bebidas y bocadillos.
– ¡Es como una fiesta de Halloween! -exclamó la ardilla emocionada.
Los animales se sentaron en la mesa y comenzaron a comer y beber, mientras la Bruja del Bosque les contaba historias espeluznantes y cantaba canciones macabras.
Toda la noche, los animales se divirtieron, riendo y bailando hasta que, de repente, la bruja hizo una señal para que se detuvieran.
– Ya es hora de irse -dijo la bruja.
– ¿Ya? -preguntó el pájaro triste.
– Si, pero no se preocupen, volveré el próximo Halloween con otra sorpresa -dijo la bruja con una sonrisa malvada.
Los animales se despidieron de la Bruja del Bosque y salieron del Bosque de las sombras, felices de haber vivido una de las mejores noches de sus vidas.
– ¿Y saben qué? -dijo el conejo.
– ¿Qué? -preguntó la ardilla.
– Ya no me da miedo ese bosque -dijo el conejo con una sonrisa.
– ¡Yo quiero volver! -dijo el ratón.
– Por cierto, ¿qué pasa con todo este… -dijo el murciélago mirando la enorme cantidad de dulces que llevaban.
– ¡Son nuestros tesoros! -exclamó la ardilla mientras comenzaban a repartirlos entre ellos.
Y así, los animales regresaron a sus hogares, rodeados de un aire festivo y con un corazón lleno de felicidad, después de haber sobrevivido a una noche en el Bosque de las sombras en Halloween.