El Búho y el Viaje al País de las Estrellas. Érase una vez, en un bosque mágico, un búho llamado Hoot que siempre soñaba con visitar el País de las Estrellas. Todas las noches, miraba hacia el cielo y veía todas esas luces brillantes y se preguntaba cómo sería tener una aventura allí. Pero nunca había encontrado la manera de llegar allí.
Un día, mientras estaba explorando el bosque, Hoot encontró a una lechuza sabia. La lechuza le dijo que existía una manera de llegar al País de las Estrellas, pero que no era nada fácil. Hoot estaba tan emocionado que quería hacer cualquier cosa para llegar allí.
La lechuza le dijo que tenía que encontrar el camino hacia una cueva secreta, allí encontraría un pergamino que le permitiría viajar al País de las Estrellas. Hoot sabía que no sería fácil, pero no podía renunciar a su sueño. Así que se preparó para su viaje.
Hoot caminó por el bosque, buscando la cueva secreta. No fue fácil, pero finalmente la encontró. La cueva estaba oscura y fría. Sin embargo, Hoot estaba decidido a encontrar el pergamino, así que continuó su camino.
Finalmente, llegó a un lugar donde una cascada brillante caía sobre una roca gigante. Parecía imposible cruzar el agua, pero Hoot recordó las palabras de la lechuza sabia: «Solo aquellos que son valientes pueden lograr lo imposible». Así que Hoot saltó de roca en roca hasta que finalmente llegó a la otra orilla.
Después de un rato caminando, Hoot encontró el pergamino. Era difícil de leer, pero después de mucho esfuerzo logró entender cómo utilizarlo. Tenía que decir una rima mágica y entonces llevar el pergamino a su pecho. Hoot estaba tan feliz que no podía esperar para intentarlo.
Así que comenzó a recitar la rima mágica que estaba escrita en el pergamino. «Lleva tus alas al cielo, piensa en el País de las Estrellas, viaja hasta allí con un solo salto». Y justo cuando Hoot llevó el pergamino al pecho, sintió que sus alas comenzaron a temblar. De repente, su cuerpo comenzó a brillar y antes de que pudiera darse cuenta, estaba volando hacia el cielo.
Hoot se sentía tan vivo, estaba volando tan alto que podía ver todo el mundo debajo de él. No podía creer que había logrado su sueño. Después de un rato, finalmente llegó al País de las Estrellas. Era un lugar mágico, lleno de luz y maravillas. Hoot se sentía como en casa.
Exploró el lugar durante horas, buscando algo que le llamara la atención. Finalmente encontró una estrella dorada gigante. Se acercó a ella y empezó a sentir algo extraño. La estrella comenzó a temblar y de repente se abrió, revelando una escalera.
Hoot empezó a subirla, sin saber qué esperar al final. Después de mucho subir, llegó a una nube mágica. La nube tenía una puerta, pero era muy pequeña. Hoot intentó entrar, pero no podía pasar a través de la puerta. Entonces se dio cuenta de que necesitaba reducirse de tamaño.
Así que comenzó a recitar otra rima mágica que había encontrado en el pergamino: «Encoge, encoge, más y más pequeño. Encoge, encoge, para poder ser eterno». Y justo cuando terminó la rima, comenzó a encogerse. Finalmente, pudo pasar por la pequeña puerta y entrar a la nube.
Dentro de la nube, Hoot encontró un libro mágico. El libro tenía la respuesta a todas las preguntas que Hoot tenía sobre el País de las Estrellas. Leyó y aprendió todo lo que pudo, sabiendo que esto sería una aventura que nunca olvidaría.
Finalmente, llegó la hora de volver a casa. Hoot sabía que necesitaba recordar cómo encogerse para poder salir de la nube. Así que recitó la rima mágica de nuevo y comenzó a encogerse nuevamente.
Después de un rato, llegó al bosque mágico de nuevo. Estaba feliz de volver a casa, pero también estaba triste porque su aventura había terminado. Sin embargo, sabía que nunca olvidaría lo que vio y aprendió en el País de las Estrellas.
Desde ese día, Hoot no podía dejar de sonreír al mirar al cielo. Ahora sabía que, si se esforzaba lo suficiente, cualquier sueño era posible. Y, por supuesto, nunca olvidaría su increíble aventura en el País de las Estrellas.