El Búho y la Princesa de los Sueños. Érase una vez un búho llamado Héctor que vivía en el bosque encantado. Héctor era muy sabio y siempre estaba dispuesto a ayudar a todas las criaturas del bosque. Sin embargo, había un problema: Héctor tenía problemas para dormir por las noches. Por más que intentaba dormir, siempre se despertaba con algún ruido o pensando en algo que tenía que hacer al día siguiente.
Un día, mientras Héctor volaba en busca de un lugar tranquilo en el bosque, se encontró con una hermosa princesa de cabello dorado que parecía estar perdida. Héctor, con su aguda visión nocturna, pudo ver que la princesa estaba llorando. Héctor se acercó a ella y le preguntó qué sucedía.
La princesa le contó que era la princesa de los sueños y que había perdido su camino hacia su castillo en las nubes. Cuando Héctor escuchó esto, supo que tenía que ayudarla. Le ofreció llevarla en su lomo hasta su castillo. La princesa aceptó con gratitud.
Durante el viaje, la princesa le contó a Héctor cómo ella era la encargada de cuidar los sueños de las personas. Héctor, sorprendido, le preguntó cómo lo hacía. La princesa explicó que ella usaba su magia para crear historias y aventuras en los sueños de la gente. Esto ayudaba a las personas a relajarse y descansar mejor.
Cuando llegaron al castillo en las nubes, la princesa estaba tan agradecida que le dijo a Héctor que él era su amigo y que siempre podía contar con ella. Héctor, en respuesta, le contó sobre sus problemas para dormir y la princesa le ofreció su ayuda. Le dijo que le enseñaría a relajarse y a tener sueños maravillosos.
La princesa le enseñó a Héctor cómo meditar y a inhalar y exhalar profundamente. Héctor también aprendió a dejar de pensar en las tareas que tenía que hacer y a enfocarse en imágenes de un lugar tranquilo y pacífico. Con el tiempo, Héctor empezó a dormir mejor y a tener sueños fantásticos gracias a las enseñanzas de la princesa de los sueños.
Un día, mientras Héctor volaba por el bosque, se encontró con una criatura inusual. Era una serpiente gigante con ojos brillantes y escamas plateadas que brillaban en la luz de la luna. Héctor se acercó a la serpiente y notó que estaba asustada y temblaba de miedo.
La serpiente contó a Héctor que estaba siendo perseguida por un cazador que quería matarla. Héctor, recordando cómo la princesa de los sueños lo ayudó, decidió ayudar a la serpiente también. Le dijo que podría esconderse en su nido y que lo protegería de cualquier daño.
La serpiente aceptó con gratitud y juntos, Héctor y la serpiente se dirigieron hacia el nido de Héctor. Una vez allí, Héctor le dijo a la serpiente que era un lugar seguro y que estaría allí para protegerla.
Con el paso de los días, Héctor y la serpiente se hicieron buenos amigos. Un día, la serpiente le contó a Héctor que siempre había soñado con volar en el aire y sentir el viento en sus escamas. Héctor, recordando cómo la princesa de los sueños ayudó a dormirlo, decidió ayudar a la serpiente a cumplir su sueño.
Le dijo a la serpiente que subiría en su espalda y que le permitiría volar en el aire. La serpiente aceptó emocionada y juntos, Héctor y la serpiente emprendieron el vuelo. Mientras volaban, la serpiente estaba extasiada: finalmente su sueño se había hecho realidad.
Al final del vuelo, la serpiente se despidió de Héctor y le agradeció su ayuda. Héctor, con una sonrisa, le dijo que siempre estaría allí para ayudarla y que siempre serían amigos.
Desde entonces, Héctor se ganó el nombre de «Héctor el Sabio» entre las criaturas del bosque encantado. Todos sabían que si necesitaban ayuda o simplemente querían charlar, Héctor estaría allí para ellos. Y cada vez que tenía problemas para dormir, sólo tenía que cerrar los ojos y visualizar el castillo en las nubes y la bella princesa de los sueños que lo había ayudado a encontrar la paz.
