El caballo de cristal de Luna

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El caballo de cristal de Luna
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El caballo de cristal de Luna. Había una vez un caballo de cristal, que vivía en un reino rodeado de montañas y praderas. Este caballo no era un caballo normal, era mágico y tenía el poder de transportar a la persona que lo montara en cualquier lugar del mundo.

La princesa Luna era la dueña del caballo de cristal, ella lo cuidaba y lo mantenía hermoso, cubriendo cada mañana su cuerpo de cristal con polvo de oro y diamantes. La princesa era muy amada por su pueblo y todo el mundo quería ver el caballo de cristal de cerca. Pero la princesa no permitía que nadie lo montara, ya que no quería que nadie se hiciera daño.

Cada noche la princesa Luna salía a pasear en su caballo de cristal, admirando las estrellas y la belleza de su reino. De repente, una noche vio una estrella brillante en el cielo que estaba tan cerca que podía tocarla. La princesa deseó en su corazón poder viajar allí y ver por qué esa estrella era tan brillante.

El caballo de cristal comenzó a correr, haciendo que la princesa Luna se sostenía fuertemente de su melena mientras se alejaban del castillo. De repente, llegaron a un árbol enorme que tenía en su interior una cueva. La princesa nunca había visto esa cueva antes, pero sabía que tenía que ser el lugar al que quería llegar.

La princesa Luna salió del lomo del caballo y entró en la cueva. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba en un lugar mágico, lleno de estrellas en el techo y en las paredes. Caminó por un sendero iluminado por las estrellas hasta que llegó a una fuente que brillaba como el oro. La princesa Luna se paró en frente de la fuente y suspiró profundamente, admirando la belleza de todo lo que la rodeaba.

De repente, un hada apareció ante ella. Era un hada hermosa y brillante que tenía las alas de mariposa más grandes que había visto nunca. El hada saludó a la princesa y se presentó como Telaraña, el hada de las estrellas. Le preguntó a la princesa Luna qué era lo que quería de ella.

La princesa le contó sobre la estrella brillante que había visto en el cielo y cómo había deseado estar allí. Telaraña sonrió y le dijo que era posible, con un poco de ayuda suya. La hada le mostró a la princesa un puñado de polvo de estrellas y le explicó como usarlo para hacer su deseo realidad.

La princesa Luna tomó el polvo de estrellas y lo arrojó al aire. De repente, todo el ambiente se iluminó y el caballo de cristal apareció ante ella. La princesa Luna montó en el lomo del caballo, agarrándose fuerte a su melena mientras el caballo comenzaba a correr hacia el cielo. La princesa Luna estaba entusiasmada, su corazón latía más rápido que nunca mientras avanzaba hacia la estrella.

Finalmente, llegaron a la estrella brillante en el cielo. La princesa Luna pudo ver que era un planeta lleno de vida y belleza. El paisaje era de una belleza incomparable, con montañas coloridas, ríos cristalinos y un sol gigante que iluminaba todo.

La princesa Luna pasó horas en el planeta disfrutando de su belleza y conociendo a sus habitantes. Finalmente, llegó la hora de regresar a casa. Telaraña apareció ante ella y le dijo que debía le volver al polvo de estrellas para volver a casa.

La princesa Luna usó el polvo de estrellas y el caballo de cristal se convirtió en luz, llevándola de vuelta al reino. La princesa Luna cayó suavemente al suelo, sintiendo la hierba debajo de ella.

Cuando la princesa Luna volvió al castillo, todos la estaban esperando y se alegraron de verla. Pero la princesa sabía que no podía contarle a nadie sobre su viaje, ya que no quería que nadie se hiciera daño al tratar de llegar al planeta. Así que, decidió mantener el secreto y nunca volvió a hablar del asunto.

La princesa Luna amaba a su caballo de cristal más que a cualquier otra cosa en el mundo. Él era su mejor amigo y confidente y siempre estuvo allí para hacerle compañía. Fue el regalo más valioso que su padre le había dado y ella lo cuidó con todo su corazón.

A partir de entonces, la princesa Luna continuó paseando cada noche con su caballo de cristal, y aunque nunca volvió a visitar el planeta de la estrella brillante, ella recordó su viaje mágico para siempre. Fue el recuerdo más hermoso que tenía, uno que nadie podía quitarle.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El caballo de cristal de Luna
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