El caballo que iluminó la oscuridad. Hace mucho tiempo, en un lejano país, existía una hermosa leyenda sobre un caballo mágico que tenía el poder de iluminar la oscuridad. Se decía que este caballo era tan brillante que su pelaje parecía estar hecho de estrellas y que cuando saltaba o galopaba parecía que despedía chispas de luz.
Este magnífico caballo era el favorito del rey. El rey lo utilizaba para sus viajes nocturnos por el bosque ya que siempre necesitaba luz en la oscuridad. El caballo sabía siempre a donde ir y su brillantez y belleza lo hacían el mejor compañero.
Un día, un malvado hechicero llegó al reino del rey y decidió hacer un hechizo sobre la tierra. El hechizo hizo que toda la luz del mundo fuera absorbida. La gente comenzó a tener miedo por la oscuridad y algunos se preguntaban si volvería a haber luz otra vez.
El rey se sintió muy triste al recordar que alguna vez contó con el caballo mágico para iluminar sus noches y comenzó a buscarlo. Viajó a través de los bosques sin encontrar ni una pista. Pasaron los días y la oscuridad se intensificó hasta que el reino se volvió completamente negro como un cielo sin estrellas.
Una noche, cuando el rey se encontraba muy desanimado y cansado, escuchó un ruido extraño cerca de su tienda. Se sorprendió al ver que el caballo mágico estaba allí, parado frente a él. El caballo resplandecía en la oscuridad, como si hubiera estado esperando a que el rey lo encontrara.
El caballo relinchó y el rey supo lo que debía hacer. Con la ayuda del caballo, el rey preparó un plan para derrotar al malvado hechicero y ayudar a que el cielo tuviera su brillo una vez más.
La noche en que el hechicero lanzaría el hechizo, el caballo mágico tomó una posición y el rey, oculto en un lugar seguro, le daría las instrucciones para iluminar todo el reino una vez más.
Cuando llegó la noche indicada, el rey dio la señal y, con la velocidad de la luz, el caballo saltó y comenzó a emitir una luz tan intensa que cegó al hechicero. El hechizo falló y la luz regresó al cielo.
Mientras tanto, el caballo mágico continuó su camino deslumbrando todo lo que encontraba a su paso. Su pelaje estelar relucía por encima de los árboles, haciendo que las hojas brillaran cada vez que pasaba. Y así, siguió galopando hasta que toda la oscuridad del mundo desapareció.
A partir de ese momento, la luz no volvió a faltar en el reino y el caballo mágico se convirtió en un símbolo de esperanza y valentía para toda la gente del reino. Todo aquel que necesitaba su ayuda, sabía que podía contar con él para iluminar su camino en momentos oscuros.
Y mientras el caballo mágico seguía su camino deslumbrando todo lo que se encontraba a su paso, los recién iluminados árboles seguían creciendo como prueba de que habían sobrevivido la oscuridad, que habían crecido frondosos e iluminados gracias al caballo que iluminó la oscuridad.
El rey se aseguró de que el caballo mágico fuera honrado y adorado por su pueblo. Así que construyó un establo de oro y diamantes para protegerlo y lo mantuvo siempre alimentado y bien cuidado. Y así, el caballo vivió eternamente, iluminando el camino a todos los necesitados.