El caballo y la niña del arcoíris. Había una vez una niña llamada Ana. Vivía en una pequeña aldea rodeada de campos y bosques. Ana era una niña muy curiosa y aventurera, siempre quería explorar y descubrir cosas nuevas. Pero lo que más le gustaba de todo el mundo era pasar tiempo con los animales. Todos ellos parecían sentir una conexión especial con ella.
En especial, había un caballo en el granero del pueblo que siempre atraía su atención. Era un caballo de color blanco, con una melena y cola dorada. Siempre estaba quieto en su establo, pero cuando Ana se acercaba a hablar con él, podía sentir que había algo especial en ese caballo.
Un día, mientras paseaba por el bosque, la niña vio un arcoíris en el cielo. Ana nunca había visto un arcoíris en persona, y estaba completamente maravillada. Comenzó a caminar hacia el final del arcoíris, preguntándose si había un tesoro escondido allí. Pero cuando llegó al final, lo que encontró fue algo mucho más sorprendente.
Del otro lado del arcoíris, Ana vio al caballo blanco que le gustaba visitar en el granero. Pero había algo diferente en él. La melena y la cola ahora eran de colores vibrantes: rosado, amarillo, verde y azul. Ana se acercó al caballo y se dio cuenta de que él también había cambiado. Ahora podía correr y saltar con una gracia inigualable, y estaba lleno de energía.
– ¿Quién eres tú? -preguntó Ana, sin poder quitar los ojos del increíble caballo.
– Soy el caballo del arcoíris -respondió el animal-. Sólo puedo ser visto del otro lado del arcoíris, pero hoy hice una excepción y salté hacia el otro lado.
Ana no pudo creer lo que estaba escuchando. ¿Podía este caballo realmente haber saltado de un lado del arcoíris al otro? El caballo la invito a subir sobre su espalda para mostrarle su mundo y juntos iniciaron un viaje por los campos y bosques del arcoíris. Todo era hermoso y colorido, los árboles eran de tonos púrpura y rosa, el agua de los arroyos era clara como el cristal y llena de peces de oro.
Los dos continuaron explorando y jugando juntos. A pesar de que Ana había montado un caballo antes, ella nunca había sentido una experiencia como esta. Era como si el caballo del arcoíris pudiera comprender lo que la niña estaba pensando y sintiendo, y se movía en consecuencia.
Finalmente, después de pasar todo el día explorando y descubriendo maravillas, el sol se estaba ocultando en el horizonte. Ana empezó a preocuparse de que no pudiera volver a su hogar. ¿Cómo regresaría del arcoíris?
– No te preocupes -dijo el caballo del arcoíris-. Yo te llevaré de vuelta.
Así, Ana y el caballo emprendieron camino hacia el final del arcoíris. Al llegar al comienzo, el caballo saltó y desapareció a través del arcoíris en un parpadeo. Ana se quedó mirando, sin saber cómo volver a su lado. Pero entonces, algo increíble sucedió: una mano apareció desde el otro lado del arcoíris, agarrándola por el brazo.
– ¡Ana! -exclamó una voz que reconocía al instante-. ¿Qué haces allí de pie? Ten cuidado, podría haber criaturas peligrosas en el bosque.
Ana se volvió, sabiendo que era su mamá y se dio cuenta de que había vuelto a su casa. Ahora estaba confundida, ¿fue sólo un sueño? pero no podía dejar de sentir una sensación extraña en su corazón, como si algo verdaderamente extraordinario habría sucedido.
Se ofreció a nutrir al caballo y cuidarlo cada vez que pudiera. Pero nunca volvió a ver al caballo del arcoíris al otro lado del cielo. A medida que los años pasaron, Ana siempre mantuvo el recuerdo en su corazón de aquel caballo de colores brillantes que le mostró un lugar mágico del otro lado del arcoíris. Cada vez que veía un arcoíris en el cielo, sonreía, sabiendo que el caballo blanco y colorido seguía corriendo y saltando en el otro lado.