El conejo perdido. Érase una vez en un bosque habitado por muchos animales, un conejo muy juguetón y curioso llamado Pancho. A Pancho le encantaba explorar cada rincón del bosque, saltar entre los árboles, correr por las praderas y jugar con sus amigos, pero un día, algo inesperado sucedió.
Pancho, mientras estaba jugando, se alejó demasiado del lugar donde solían reunirse con sus amigos y de repente, cuando quiso darse cuenta, estaba completamente perdido. No sabía cuál era el camino correcto para regresar a casa. El corazón del conejito empezó a latir con fuerza por el miedo a estar en un lugar desconocido, donde nunca había estado antes.
Pancho comenzó a caminar hacia cualquier dirección, pero cada vez se internaba más profundamente en el bosque y empezaba a preocuparse porque ya había oscurecido y no sabía cómo volver a su madriguera. Fue entonces cuando se encontró con una encantadora mariposa de colores llamada Luna.
– Hola, pequeño Pancho -dijo estirando sus alas-. ¿Qué te pasa? ¿Estás perdido?
– Sí. Estoy muy preocupado, Luna, no sé cómo volver a casa, no sé dónde está mi madriguera y está oscuro.
– No tengas miedo Pancho, yo te ayudaré. Te guiaré por el sendero correcto para que llegues a casa.
Luna y Pancho empezaron a caminar por el bosque, siguiendo el camino que Luna le recomendaba y mientras caminaban, Pancho no podía evitar preguntarse cómo la mariposa sabía el camino, pero no se animaba a preguntarle.
Después de un rato caminando, la mariposa señaló un árbol ancho y viejo, con una gran puerta de madera.
– Aquí es tu hogar, Pancho. Espero haberte ayudado.
– Muchas gracias, Luna. No sé cómo agradecerte -dijo sonriendo.
– No tienes que agradecer nada, Pancho. Siempre estoy encantada de ayudar a amigos como tú.
Pancho se despidió de Luna, feliz de haber encontrado su hogar y pensar que había hecho un nuevo amigo en la mariposa.
A partir de ese momento, Pancho aprendió algo muy importante, que no debía alejarse demasiado de su madriguera. También se dio cuenta de que, aunque había sido valiente al preguntarle a la mariposa sobre cómo llegar a su casa, debía recordar que siempre era importante preguntar cuando tenía dudas.
Desde entonces, cada vez que iba a explorar el bosque, siempre se aseguraba de no alejarse demasiado de su hogar y si estaba preocupado por algún motivo, preguntaba a sus amigos por ayuda.
Pancho aprendió una gran lección gracias a Luna y nunca volvió a perderse en el bosque. Todos sus amigos estaban orgullosos de él por ser valiente y preguntar cuando tenía dudas. Y Luna se convirtió en su mejor amiga, y siempre estuvo allí para ayudarle cuando lo necesitaba.
Moraleja: No tengas miedo de preguntar cuando tengas dudas, siempre es bueno pedir ayuda a los amigos, y no te alejes demasiado de tu hogar.