El cuervo y la zorra. Érase una vez en un bosque mágico, donde había muchos animales y todos convivían en armonía. Entre ellos se encontraban el cuervo y la zorra, quienes eran amigos desde hacía mucho tiempo.
Un día, la zorra se encontraba bastante hambrienta, ya que no había podido encontrar comida en todo el día. De repente, se le ocurrió una idea para conseguir algo para comer.
Se acercó al cuervo y le preguntó:
-¿Cuervo, tú que puedes volar y ver todo lo que ocurre en el bosque, podrías decirme si has visto algún lugar donde haya comida?
Por supuesto, el cuervo quería ayudar a su amiga, y rápidamente voló sobre los árboles para buscar algo de comida. Al poco tiempo, encontró un árbol lleno de deliciosas uvas. Volvió al lado de la zorra y le dijo:
-He encontrado un árbol lleno de uvas deliciosas, eso sí, están muy altas y no puedo alcanzarlas.
La zorra, al escuchar las palabras del cuervo, se alegró mucho, ya que las uvas eran una de sus frutas favoritas. Así que, sin pensarlo demasiado, fue corriendo hacia el árbol donde se encontraban las uvas.
Sin embargo, cuando llegó al pie del árbol, se dio cuenta de que las uvas estaban demasiado altas. Comenzó a saltar y saltar para intentar alcanzarlas, pero todo fue en vano. Después de varios intentos, decidió rendirse y volvió con su amigo cuervo.
-¿Qué pasó con las uvas?-preguntó el cuervo.
-No pude alcanzarlas, están demasiado altas- respondió la zorra, decepcionada y con hambre.
En ese momento, el cuervo observó la tristeza en la cara de su amiga y decidió hacer algo para ayudarla. Recordó que algunos animales de la zona podían brincar muy alto, como los canguros, y se le ocurrió una idea.
-¡Ya lo sé! Podríamos buscar a un canguro para que nos ayude a conseguir las uvas -exclamó el cuervo.
La zorra se sintió un poco escéptica ante la idea, pero decidió confiar en su amigo. Así que juntos fueron en busca de un canguro que les pudiera echar una mano.
Después de un largo rato de búsqueda, lograron encontrar a un canguro que, gustoso, se ofreció a ayudarles. Los tres animales corrieron juntos hacia el árbol donde se encontraban las uvas y, con la ayuda del canguro, lograron alcanzar las deliciosas frutas.
La zorra estaba tan emocionada que, sin esperar un segundo, tomó un racimo de uvas y comenzó a comerlas. Pero al probarlas, se dio cuenta de que no estaban tan dulces como ella pensaba. De hecho, estaban bastante ácidas.
El cuervo, al ver la cara de la zorra, rápidamente preguntó:
-¿Qué sucede, amiga? ¿Las uvas no son tan deliciosas como pensábamos?
La zorra, algo avergonzada, respondió:
-En realidad, no son tan buenas como pensé que serían.
El cuervo no se enfadó por la actitud de su amiga, y le dijo:
-No importa, lo importante es que estás satisfecha y ahora tenemos una anécdota para recordar y contársela a nuestros amigos.
Desde ese día, la zorra aprendió una valiosa lección sobre la felicidad verdadera, que no siempre se encuentra en conseguir lo que se quiere sino en disfrutar el camino y la compañía de los amigos.
La amistad entre el cuervo y la zorra se volvió más fuerte y, desde entonces, siempre estaban dispuestos a ayudarse mutuamente. Y como una señal de su lección aprendida, la zorra aprendió a disfrutar cada momento con su amigo cuervo, sin importar si tenían éxito o fracaso en sus aventuras.
Fin.